Gallina Negra



Ubicación: Carrer de Roteros, 16
       Valencia (Valencia/València)
       España
Código Postal: 46003
Teléfono: 960033780
Horario: Cierra domingo y lunes noche y martes todo el día.
Menciones: Recomendado Repsol
Tipo de cocina: Actualizada y Creativa
Te puede interesar:
Web: https://gallinanegra.es/
Precio estimado: 35,00€

Valoración media :  
5 stars   1
4 stars   3
3 stars   2
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4 estrellas de 6 Valoraciones
Cocina 5 5
Servicio 5 5
Local 3 3
Servicio del vino 4 4
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28 comentarios sobre “Gallina Negra

  • el 3 noviembre, 2022 a las 07:55
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    Aconsejo leer las reseñas que hay bajo esta, ya que en ellas se describe detenidamente este interesantísimo local, y yo en esta reseña, por no redundar, solo voy a hablar de su evolución.

    Evolución, efectivamente, evolución, eso es lo que percibí, evolución. Pero una gran evolución. Gallina Negra ha pasado de ser un restaurante de cocina simpática, audaz, rollo street food, a ser un restaurante de cocina asentada, esférica, creativa, eso sí, sin perder su vocación de mestizaje y su puntazo de chispa y audacia.

    De esto modo, Gallina Negra ha pulido y asentado su propuesta, dotándola de gran solvencia, sin renunciar a su carácter fundacional descarado y carente de complejos. Así, si un plato tiene que ser intensa y subidamente sápido, pues lo es; si tiene que picar, pues pica, pero pica de verdad; y si tiene que tener un fondo altamente especiado, pues lo tiene. Y punto.

    Juerrrrr, qué bien cenamos, y eso que, las malas compañías, tuve que conformarme con el menú corto, acertadamente llamado, y no miro a nadie, “Cobardes y Gallinas”. Sí señor, el que tenga eggs, que se pida el largo, y el que no, que sepa que va a ser llamado gallina, cobarde, o las dos cosas. Lo asumo, agacho las orejas (“El que con niños se acuesta, mojado se levanta”)

    —————
    Menú Degustación “Cobardes y Gallinas”

    • Tapas: Brandada de bacalao / Pan crujiente relleno de espuma de aceitunas y titaina de atún / Bonito en semiconserva / Pimiento rojo asado con capellán a la llama / Rosquilletas y encurtidos.
    • Aguacate, corvina en semisalazón y huitlacoche
    • Seta enoki con carbonara de ají y seta portovello
    • Gallineta con suquet de sobrasada y boniato
    • Pera asada, carrillera y salsa de ajo negro
    • Calabaza nixtamalizada, curri dulce de mango, yogur y coco
    • Cremosa de chocolate, regaliz y toffee de chirivía
    —————

    Además de lo dicho, el servicio, capitaneado por esa crack llamada Alba, sigue siendo top, conservando ese deje informal y cariñoso, pero con una profesionalidad tremenda. Ole y ole.

    Y buenos vinos, bien seleccionados y a precios contenidos.

    ¿Algo mejorable? Sí, los emplatados, desmerecen el arte culinario que encierran, ahí tenemos camino que recorrer, falta “toque”.

    Pues eso, que Gallina Negra, aunque seas un cobarde o una gallina, merece una visita, no es que merezca, es que exige una visita.

    Valoración media 4 4
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  • el 25 abril, 2022 a las 18:17
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    Dije que volvería y hoy ha sido el día. Creo que han sabido compaginar sus horarios a los de la gente (a eso se llama conciliación) y ahora es mucho mas fácil poder ir.

    No es fácil para mi definir este restaurante. Quizás los dos mejores adjetivos serian: Originalidad y Personalidad. No se parece a nada y a nadie. Es… Gallina Negra. Con esos parámetros, decir qué has comido es, insisto, para mí imposible. Nadie maneja (que yo conozca) los sabores picantes como ellos. Nadie juega tan al limite que un bocado de todos y cada uno de sus platos, sin tener aristas, sepa a tantas cosa y tan diferentes como ellos lo hacen. Ejemplos hay muchos… En realidad da igual que plato escojas.. esa berenjena a la llama, esa corvina, esas alcachofas… da igual, coge el que quieras. Nadie en Valencia es capaz de cocinar esto…

    Otro punto es si sus normas son las que estamos acostumbrados o no. Y la respuesta es fácil… NO. Y no con Mayúsculas. Vamos a olvidarnos de servilismos o de complejos. Aquí mandan ellos, te guste como si no te gusta. Aquí se hace lo que ellos quieren, cuando ellos quieren y como ellos quieren. Es malo eso? No lo creo. Es su filosofía y si te gusta vas y si no te gusta no vas. No conozco a ningún restaurante que, en ese punto, tenga las cosas tan claras. Lo que ocurre es que no estamos acostumbrados a esto. Son tiranos? No, para nada. Tienen personalidad y punto. Y a lo que sí que no estamos acostumbrados es a restaurantes con personalidad. Creo que ellos son los primeros en dar un puñetazo en la mesa y decir… “estos son nuestros valores y no los vamos a cambiar”. Es bueno o es malo ? Para mí, sin discusión, muy bueno. Ellos se juegan su dinero, su prestigio y su trabajo. Si ellos tienen la fe en si mismo que les falta a muchos restaurantes de Valencia, para mí, es de admirar. Si los aceptas vuelves y si no te gustan… hay muchos otros sitios. Pero, esos no son Gallina Negra. Allí es imposible comer lo que aquí te dan. Te darán otras cosas tan buenas (incluso mejores), pero no podrás comer lo que esta cocina te ofrece. Son únicos, lo saben, se lo creen y marcan sus normas. Que podrían ser más flexibles? Sin duda que podrían. Que podrían establecer normas no tan rígidas? Claro que podrían. Pero, y es solo una sensación, están hartos de que clientes que exigen mucho y dan poco. La Gastronomía ha sido, y por qué no decirlo? sigue siendo donde los clientes buscan bueno, bonito y barato y además que les hagan la ola. Y eso se tiene que acabar. Creo que ya es hora que el que salga a comer a un sitio valore de verdad lo que cuesta (no lo que vale) cada plato. Si queremos evolucionar como sociedad no podemos ni debemos permitir que los bares y restaurantes sigan siendo nuestros esclavos medievales. Y, ya que nos quitamos, o deberíamos quitarnos las de verdad, no es lo mismo quien paga 30 por persona que quien paga 100. No seamos hipócritas, porque todos, en nuestros trabajos tenemos clientes Vips y no pasa nada. Se ha creado un ambiente de que los restaurantes están para servirnos y eso es una verdad a medias. Y las verdades a medias son las peores mentiras. Porque de la misma manera que yo escojo donde como, los locales tiene derecho a montar sus normas. Si te gustan bien, si no te gustan con no volver en paz. Y , por encima de excelencias culinarias (que aquí las tienen sin ningún genero de duda), el gran logro de Gallina Negra es tirar la raya y decir… hasta aquí. En mi casa mando yo. Y, sinceramente, no lo veo mal. Creo que es una lucha por la dignificación de los restaurantes que buena falta hace.

    Excelente cocina, muy buena sala, con personalidad abrumadora.

    Volveré? Seguro que sí (si puedo). Volveré a darme un homenaje? No, para eso hay otros sitios que siendo tan dignos como este son mas flexibles en sus normas… darte un homenaje son mas cosas que comer y beber…

    En cualquier caso enhorabuena por luchar por la dignificación de la Gastronomía sin aspavientos ni filípicas, sino con hechos.

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    • el 26 abril, 2022 a las 07:11
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      Qué caña, qué ganas tengo de volver.

      Se llevan muy bien con Mundua, tienen cositas en común, incluso hacen de vez en cuando 4 manos.

      Me has acoquinao con lo de las normas… ¿Te ponen de cara a la pared si no te acabas el plato?

      jajajaaja

  • el 30 diciembre, 2021 a las 18:50
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    Mucho tiempo, mucho tiempo detrás de ir a este restaurante. Antes de la pandemia imposible, siempre lleno. En pandemia, mejor dejarlo. No hace falta que explique a nadie los tiempos que ha vivido, y que sigue viviendo la restauración. Bueno, por fin, hoy es el día. Del local ya esta todo dicho en anteriores (excelentes comentarios) que me preceden. Sintetizando, como el nombre del restaurante, diferente a todo.

    Hemos comido menú corto, pero no voy a describirlo. En su web está descrito, y cualquiera que tenga interés lo puede ver allí. Creo que es mucho mejor escribir genéricamente sobre su comida. y digo eso porque hay un hilo común en todos sus platos. El sabor, ese sabor que te llena las papilas, lleno, tenso, duro. Luego vendrán los matices, que para eso entra en juego su segundo hilo: La imaginación. Cada bocado es lineal, directo, profundo. Más tarde aparecen los demás, esos picos de picante, de especias, de sabores terrosos… Pero eso viene después, y eso, sólo hace que acrecentar el mérito. No es fácil, nada fácil enfrentarse a un bonito curado 4 días y que te llene la boca y al final, aparezcan toques que lo envuelven. Y eso es un ejemplo. En todos y cada uno de los platos hay cascadas de sabores que te sorprenden, que te transportan, pero todos, todos sin excepción, rinden culto al producto principal. Esa gallineta con sobrasada marca la tendencia del cocinero que no se conforma con ser solo un purista. Aquí la cocina juega al limite, en esa línea imaginaria que marca la frontera entre la magia y el fracaso. Siento devoción por la gente que arriesga basándose en la fe en sí mismo. Y esta cocina es un ejemplo clarísimo del riesgo basado en la fe. Ese plato de pelota de puchero es para enmarcar, pero creo, y esto es solo una opinión como otra cualquiera, que no seria justo hablar de la excelencia de una pelota perfecta sin olvidar el ramen que esta a su lado. Pelotas como esa seguro que te la puedes comer en otro sitio, pero con el ramen ése, si quieres tienes que ir a Gallina Negra.

    Potencia, sabor, juego de sabores, cascada de sabores diría yo, imaginación, riesgo y personalidad. Para mi esto define la comida Gallina Negra. cada plato denota la intención de poner una marcha más en cada curva, rozando el peralte, pero sin salirse. Para mí el único pero es que no se dominan las texturas. Esos intercambios se aprecian, por ejemplo, en la berenjena a la llama, pero quizás podrían ser mas visibles en los otros platos. Pero, insisto, sólo quizás…

    Y hablando de personalidad, la SALA. Alba es un tsunami. Pletórica, sobrada de capacidad, simpatía, profesionalidad, ella por sí sola llena la sala. Es como la comida, otro nivel. Simple y llanamente, otro nivel.

    Volveré, si puedo y hay sitio volveré, porque donde hay magia, ilusión, técnica y conocimientos, es imposible no querer volver. Porque cuando estas en un restaurante que te atrapa por su comida y por su servicio es imposible no querer volver. Porque cuando sientes el vigor de la energía, cuando notas la fascinación que te traslada el arte de la cocina es imposible no querer volver. Volveré y disfrutaré porque en sala y en cocina es un pedazo de restaurante.

    Valoración media 4 4
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    • el 1 enero, 2022 a las 09:16
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      Vaya, vaya, vaya, me sorprende usté cada día más, don Javier. Con los años se está abriendo usté a nuevos mundos en lugar de cerrarse… jajaja. Hombre, que te iba a gustar, sí hubiera apostado (tampoco con mucha seguridad), pero entusiasmar… Grande, don Javier.

      Oye, ¿Alba es pelirroja? Cuando fui yo, hace tiempo que no vuelvo, por cierto, con tu reseña me han entrado todavía más ganas, había una chica en sala que era una crack, yo juraría que era del sur de Valencia, era pelirroja.

      Abrzs

    • el 1 enero, 2022 a las 18:23
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      Por partes Super Gaudaru. Alba es alta , rubia y de pelo corto y muy guapa. Yo la conocí cuando era jefa de sala de del canalla y , posteriormente se vino aquí, pero con el lio de la pandemia no había coincidido con ella en este local. Posiblemente antes estuviera Sara , ya que Alba lleva poco tiempo antes de la pandemia.
      Por lo que me cuentas del chef , yo diría que con Alba no hay que ser un crack fichando , ya que ella es una Crack, con lo cual es muy fácil acertar 🙂
      A ver si un dia vamos juntos y te aclaras de una vez, que estas muy mayor……

    • el 6 febrero, 2022 a las 11:09
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      Me vuelve loco Gallina Negra, si no fuera porque sus horarios son escuetos y me cuesta mucho cuadrarlos con los míos iría más.

      Junto a Mundua, un de las apuestas gastronómicas más interesantes de Valencia.

  • el 28 julio, 2021 a las 15:47
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    Decidirse a emprender un negocio arrancando prácticamente desde cero es una ardua tarea que merece todo mi reconocimiento. Desde mi particular contexto laboral y con el punto de vista que éste ocasiona, cualquier apuesta que entrañe un riesgo, me parece un gesto admirable. Ese fue el paso que dieron Javier Núñez Renovales y Óscar Merino hace ya más dos años y, además, sin llegar a imaginarse en ese momento ni de cerca que, a las dificultades habituales de cualquier arranque, habría que sumar las terribles consecuencias de la maldita epidemia que nos ha azotado los últimos quince largos meses. Óscar ya no sigue en el negocio y ahora es Alba Serrano quien completa con Javi este tándem de valientes.

    Abrir las puertas contando con la etiqueta de haber cocinado para Ricard Camarena es un excelente revulsivo, sin duda. En un mundo globalizado y sobre informado como en el que nos ha tocado vivir, cualquier noticia nos alcanza al instante y, en cierto modo, nos obliga a posicionarnos al respecto. Gallina negra es uno de esos sitios de los que uno lee o escucha hablar desde el mismo día de su apertura o, en casos más sonados, incluso antes de subir la persiana por primera vez. Supone un gran espaldarazo saber que, antes de empezar, ya juegas con las expectativas del público aficionado y que puedes contar con la más que probable visita del mundillo blogger o, incluso, de la crítica profesional.

    Pero, ¡ojo! Haber estado bajo el paraguas de la marca RC también te va a pasar su factura. Ya puedes intentar desvincular tu proyecto de tus orígenes, añadir la etiqueta #cocinalibre a tu propia marca, fijar una línea bastante menos ambiciosa para tu negocio… hagas lo que hagas las comparaciones no tardarán en florecer. Que si se parece al Canalla, que si no está tan bueno como Habitual, que si es más caro, más barato… El pasado condiciona y la vara de medir no es la misma que se aplica al perfecto desconocido. Todo ello todavía me resulta bastante más evidente cuando, días antes de rendir visita al restaurante en cuestión, husmeo nuevamente en la red y me encuentro opiniones y comentarios en esa línea, aunque, todo sea dicho, prevalecen las valoraciones positivas sobre otras que, mereciendo el mismo respeto, van en la dirección contraria.

    El barri del Carme está enclavado en el mismísimo centro de Valencia. Sus calles cuentan con siglos de historia y han vivido épocas de esplendor y relevancia. Pero, en la segunda mitad del siglo XX esta zona, más que un órgano vital de la ciudad, parecía un miembro del cuerpo afectado de necrosis. Gran parte de la población dejó sus viviendas y eran muchas las fincas deshabitadas o en estado de ruina. Fue a finales de la década de los ochenta y, especialmente en los noventa, cuando las autoridades apostaron decididamente por la regeneración del barrio, cosa que dio sus frutos convirtiendo el Carme en uno de los reclamos turísticos más atractivos de la ciudad para quienes la visitan y en una opción a tener en cuenta para los propios valencianos a la hora de elegir su futura vivienda.

    Encontramos Gallina negra en la calle Roters, una de las múltiples estrechas callejuelas que configuran el barrio. Una minúscula terraza frente al local nos da acceso al mismo. Se trata de un espacio prácticamente diáfano, con la cocina semiabierta y un estilo un tanto ecléctico en su decoración: se combinan elementos más costumbristas y rústicos, como un muro de ladrillo cara vista o parte del pavimento de la sala con el azulejo típico valenciano con otros muchos más contemporáneos: techos y paredes completamente negros, vistosas pinturas en las paredes, repletas de color y alegría, o un mobiliario moderno y funcional. Todo ello contribuye a generar una atmósfera desenfadada e informal que invita al disfrute y la relajación.

    Cocina libre.

    Es el eslogan usado por el equipo de Gallina negra, que repiten a modo de mantra, para catalogar la cocina que se desarrolla entre sus cuatro paredes. Superada la experiencia gastronómica en esta casa, me parece realmente acertada esa etiqueta. No hay un estilo definido en la cocina, un hilo conductor entre los platos, unos estándares en su carta. Ello no significa que no exista una filosofía de local o que la cocina vaya dando tumbos. No. Aquí hay una intención premeditada, cocinar todo aquello aprendido a lo largo de la experiencia vital y hacerlo bien, y una meta bien definida, la satisfacción y el disfrute del comensal sin someter su paladar a exigentes pruebas sápidas ni su mente a ejercicios intelectuales complejos.

    La carta mezcla sin pudor alguno creaciones tradicionales como la brandada de bacalao o las mollejas de ternera con platos emblemáticos de la cocina internacional como el ceviche o el chili crab. Los productos de aquí, como el capellà o la alcachofa, comparten protagonismo con el huitlacoche o el chipotle.

    Todas las propuestas se ofrecen en medias raciones o raciones completas. Para nuestro grupo de tres disfrutones pedimos todo raciones enteras (seis saladas y un postre). Quedamos más que satisfechos. Además, antes de que empezasen a salir los platos nos ofrecieron un pequeño aperitivo de cortesía: unas cortezas glaseadas ciertamente curiosas y originales.

    Brandada de bacalao, zanahoria glaseada y aceituna moruna: El protagonista principal es la brandada, sin duda. Se emulsiona con la ayuda del sifón y la textura etérea que se consigue contrasta con la potencia sápida que se alcanza y que nada tiene que envidiar al tradicional majado catalán.

    Bonito en salazón, huitlacoche y aguacate tatemado: Los tacos del lomo del pez se cocinan sin calor, sometidos únicamente a una salazón que no se prolonga excesivamente. Quedan deliciosos y combinan muy bien con el aguacate que se presenta en forma de crema.

    Steak tartar, berenjena ahumada y chipotle: El enunciado resulta más prometedor que el resultado final. No hay defecto de ejecución, ninguno, pero la berenjena nos resulta excesivamente intrusiva anulando casi totalmente el sabor del que se nos antoja un buen steak. Deliciosos los pequeños panes de queso que se sirven para acompañar.

    Puerros asados, costilla y carbonara de ají: El puerro deja su impronta, la costilla está presente, pero el alma del plato está en esa salsa que todo lo baña de textura sedosa y envolvente pero de una suculencia notable.

    Chilly crab: Delicioso. Como viene siendo habitual en los locales visitados últimamente, se usa el cangrejo de concha blanda, lo cual facilita la ingesta del plato. Se come todo y no se generan cáscaras sobrantes. Punto de picante presente pero apto para la mayoría de los públicos. En nuestro caso, hubiese admitido un poco más de alegría.

    Molleja de ternera, chirivía cremosa y jugo de carne: Sin lugar a dudas, el plato que más nos gustó. La carne estaba perfectamente cocinada y la salsa que acompaña le confiere una jugosidad que la hace todavía más apetecible. Destacable la generosidad en la ración que nos presentaron.

    Chocolate, mole y piña asada: El juego de contrastes entre ácido, amargo, dulzón y picante siempre resulta original y divertido, pero, en esta ocasión, no acabó de convencerme. En mi humilde opinión piña y chocolate no acabaron de conjuntar.

    Acompañamos la comida con sendas botellas de vino blanco. En primer lugar tomamos Uno, un txacolí 100% Hondarribi Zuri de bodegas Goianea que ya conocíamos y que siempre va bien con este tipo de cocina canalla. El segundo presentaba más complejidad: Cims de Porrera Vi de vila blanc 2017 elaborado en la cooperativa de Porrera con un coupage de garnatxa blanca, picapoll, Pedro Ximenes y macabeu. La carta de vinos no es muy extensa pero todas sus referencias resultan atractivas por singularidad, elaborador y precio.

    No podría terminar esta crónica sin hacer una mención muy especial al servicio dispensado por el equipo de Gallina Negra y, especialmente, por Alba Serrano. Muchas son las virtudes que su carácter y su experiencia han conferido al trato que dispensa al cliente: su naturalidad y espontaneidad, su empatía, el respeto a éste desde la cercanía y el sentido del humor… Pero, sin duda alguna, es su capacidad de transmitir el amor a la profesión que desempeña la cualidad que, personalmente, más valoro y admiro.

    Alba es una de esas personas que despiertan la sana envidia de aquel que piensa “¡Qué suerte tiene esta tía de disfrutar tanto con su trabajo, joder!”. Muchas veces hemos oído la expresión que dice “éste o ésta ha nacido para esto”. Pues ése es su caso. Alba es la horma que se ajusta a la perfección al zapato de Gallina negra y a la propuesta rica y divertida que Javier nos lanza desde su cocina ¡Bravo, equipo!

    Post ilustrado con imágenes en: https://www.vinowine.es/restaurantes/restaurante-gallina-negra-cocinalibre.html

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    Cocina 4 4
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  • el 10 febrero, 2019 a las 19:47
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    Me lo había aconsejado @dani, llevaba bastantes semanas intentando ir y no había manera, nunca había sitio, por algo será, pensé… Y efectivamente, por algo era: se come muy, muy bien, una cocina desenfadada, fresca, actual, multirracial, en el vivido barrio de El Carmen de Valencia.

    El local es simpático, modernote y austero, cierto aire de rusticismo renovado. Las mesas de dos son altas y pegadas a la pared.

    La carta contiene exactamente 16 platos y 3 postres, una tendencia que se está poniendo de moda: poquita oferta pero buscando la excelencia. Te cuesta elegir porque apetecen todas, pero todas. Al final nos decidimos por:

    —– Ensaladilla rusa / Croqueta de jamón ibérico / Berenjena ahumada con bonito y pesto / Coca de aceite con lengua, pimiento y huevo / Magret de pato con mole poblano / Tarta de queso —–

    Todos los platos que probamos son especiales, tienen su puntillo, son diferentes, excepto la croqueta, que es como tiene que ser pero excelsa. Divertido el detalle de la coca, que emplatan recreando una hamburguesa, con dos capas de coca, la lengua a modo de burguer, huevo y pimiento, y algo pochado muy dulce (¿boniato quizás?) en el papel del ketchup. El magret con mole, muy rico, lástima que no llevara más mole, el plato lo pide, más cuando está refrescado por la piña asada y recrujido por el maíz.

    El servicio, vamos a personalizarlo en Sara, no puede ser más simpático, empático, comunicativo y detallista. Qué tía más maja, de verdad.

    Escueta carta de vinos, tomamos un fino Inocente de aperitivo y una botellita de cava Ciento volando, resultón y económico.

    Cuánto tenemos que agradecerle a Ricard Camarena los que vivimos en Valencia: además de poder disfrutar de los cuatro restaurantes que tiene en la plaza, de sus fogones sale gente que luego se monta sus negocios con propuestas tan interesantes como esta, o Dos Estaciones, o…

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  • el 7 diciembre, 2018 a las 16:46
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    Visita: 3/10/18
    Cuando nos dijeron que unos “ex-Ricard” estaban haciendo ruido por el barrio de El Carmen, no tardamos en acudir a ver qué tal era su propuesta. El local destila juventud, dinamismo y buen rollo, que es a lo que íbamos. Cocina sin fronteras, joven y atrevida, tan atrevida como empezar con una croquetas de jamón que estaban de 10 como acabar con un cous-cous de cangrejo, un juego muy interesante de sabores donde se nota la maestría en los fogones. Algo más fríos nos dejó su steak tartar al que le faltaba algo de punch para estar a la altura del resto del menú que completamos con unas gambas al ajillo muy ricas (tranquilos, son unas gambas al ajillo “ilustradas”) y un carpaccio de lengua muy, muy rico.
    La bodega es algo corta pero tiene cosas interesantes. Servicio acorde al local, más amable que eficiente, pero a nosotros nos bastó para pasar cenar muy bien en el olvidado barrio de El Carmen.
    El Carmen se mueve y eso es algo que nos gusta, un poco ya hartos de los barrios de moda que cada vez nos atraen menos por todas las incomodidades que eso conlleva.

    Valoración media 3 3
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