Fierro



Ubicación: Dr Serrano 4
       Valencia (Valencia/València)
       España
Código Postal: 46006
Teléfono: 963305244
Horario: Jueves, viernes y sábados, comidas y cenas
Menciones: Recomendado Repsol
Tipo de cocina: De autor
Te puede interesar:
Web: https://fierrovlc.com/
Precio estimado: 70,00€

Valoración media :  
5 stars   2
4 stars   4
3 stars   0
2 stars   0
1 stars   0
4 estrellas de 6 Valoraciones
Cocina 5 5
Servicio 5 5
Local 4 4
Servicio del vino 4 4
Relacion calidad-precio 4 4
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19 comentarios sobre “Fierro

  • el 11 diciembre, 2019 a las 12:28
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    Si ustedes echan un vistazo a la página web de Fierro, podrán leer en ella, a modo de gran titular, la mejor expresión que se me ocurre para describir este lugar. En Fierro se autodefinen como “espacio gastronómico” y no encuentro un juicio más apropiado que ponga de manifiesto y que condense mis sentimientos e ideas tras la reciente visita a esta casa. Efectivamente se trata de “un espacio”, poniendo especial énfasis en aquello de “uno o único” pues sala y cocina confluyen en una sola estancia, de planta rectangular, y sin una evidente separación entre ambas. No hay más espacios: ni vestíbulo, ni barra, ni lounge… Se pasa directamente del bullicio de la calle al ambiente relajado de la sala. Cruzamos la puerta y nos topamos en seguida con la gran mesa corrida que puede llegar a albergar en sus altos taburetes hasta un máximo de doce comensales, todos ellos plácidamente acomodados, eso sí. Y, como una extensión de la sala, se divisa al fondo la cocina distanciada de la mesa en tan sólo un par de metros y sin cristales o mamparas de por medio.

    Y es gastronómico porque aquí se respira pasión por esta disciplina. En Fierro se disfruta de la comida, que al fin y al cabo es lo más importante, pero también se ilustra, se debate, se juega, se aprende, se crece. La cena en Fierro recuerda, salvando las distancias, esas agradables veladas que algunos hemos tenido la suerte de vivir en casa de algún amigo o amiga que tiene buena mano para eso de la cocina y que se alargan hasta la madrugada. Carito Lourenço y Eva Pizarro te reciben como si te conociesen desde siempre, te ofrecen una copa con toda la naturalidad del mundo y te hacen sentir cómodo desde el mismísimo instante en que cruzas la puerta de Fierro. Clientes y equipo, comensales y anfitriones disfrutamos de ese aperitivo de pie, alrededor de la mesa, de modo distendido y natural hasta que Carito pregunta: – ¿Qué os parece si empezamos a cenar? Y a todos nos parece una propuesta maravillosa, porque estamos a gusto, como en casa, y porque, con este recibimiento tan agradable, los de Fierro ya se han ganado nuestra confianza y nos han predispuesto positivamente al banquete que nos espera.

    Y, durante la cena, seguimos en sintonía, con esa misma buena onda. Se cambian los platos, los cubiertos y las copas entre pase y pase sin apenas darnos cuenta. Ya sea Eva, ya sea Carito, nos hablan del plato que acaban de retirar y, con una prosa natural y sincera, focalizan toda nuestra atención mientras se dispone todo en la mesa para el siguiente pase. La acción se repite una y otra vez sin ningún atisbo de rutina o aburrimiento. Se coloca un nuevo plato ante el comensal sin acompañarlo de longevas y barrocas explicaciones. El diálogo se abre después; se explica el plato, su origen, su sentido y Carito se interesa por nuestra valoración. Nos habla de la importancia que le dan al feedback y como la opinión del cliente se tiene en cuenta en cocina.

    Aquello que sí se nos comenta a priori para favorecer el disfrute es el maridaje elegido para cada plato, excepto en un par de ellos en los que se nos propone el divertido juego de las adivinanzas. La velada se alarga más de tres horas, pero todo en ella ha sido dinámico, natural y divertido. Nada de imposturas, nada de indecisiones, nada de largas esperas…

    Germán Carrizo y Carito Lourenço son los propietarios de Fierro. Argentinos de origen, decidieron establecerse definitivamente en la capital del Turia (al menos eso es lo que esperamos) y optaron por este espacio y esa concepción tan singular. Sólo abren de jueves a sábado y, como ya se ha dicho, para un máximo de doce comensales que, en la mayoría de ocasiones, no se conocen entre sí. Se trata, sin duda, de una apuesta no exenta de riesgo. Una propuesta bastante novedosa para una ciudad que, al fin y al cabo, no es más que un pueblo enorme, con las ventajas e inconvenientes que ello conlleva.

    Pero, sorprendentemente, y para alegría de todos, parece que el invento funciona y, si uno vuelve a mirar nuevamente en la red, no se encuentran excesivas valoraciones negativas del lugar. Más bien al contrario. Fierro gusta. Gusta su cocina, ideada por Germán y Carito, fresca y sencilla en su despensa, pero compleja y sorprendente en sus combinaciones. Platos perfectamente ejecutados por Piero Ronconi (jefe de cocina) que merecen el sobresaliente en la mayoría de los casos. Gusta el empaque, la coqueta y sencilla sala, y ese ambiente que se genera: el diálogo abierto entre anfitriones y comensales, liviano y natural a ratos, reflexivo y trascendente en otros. Y gustan los maridajes, la importancia que se le da a la parte líquida de la velada de la que hablaremos más adelante.

    Menú “Fierro: seis temporadas” (grandes clásicos)

    Pase de pequeños aperitivos: Tartaleta de otoño con un relleno a base de setas, yema trufada y curada; Sepia negra o bruta en forma de tartar aderezada con un sofrito de pimiento, cebolla y tinta de calamar; Sepia blanca presentada en forma de figatell que descansa sobre un crujiente de tinta de sepia; Justina: empanada clásica argentina que siempre aparece en el menú de Fierro, a modo de homenaje a la tierra de procedencia de los propietarios del restaurante; Gilda a su manera: una especie de croqueta líquida cuyo interior se prepara con un licuado de oliva y salsa chimichurri acompañada de unos daditos de anchoa y piparra. Los cinco bocados muestran técnica, cierto riesgo y una apuesta clara por los sabores intensos y las texturas sorprendentes.

    Horchata de chirivía: El equipo de Fierro se apunta a la veneración que últimamente despiertan los tubérculos en la alta cocina valenciana. Esa horchata que da nombre al plato se vierte en el último momento ante el comensal y no es más que el fondo del mismo en el cual ya se ha dispuesto en cocina una porción generosa de chirivía confitada (cocinada a baja temperatura) que se adorna con unas tiras del propio tubérculo en salmuera y unos crujientes de sus pieles. El plato supone, ante todo, un juego de texturas que contrastan y se combinan entre ellas a la vez. Muy acertado el toque picante que le confiere el añadido a la horchata de un poco de rábano raifort.

    Ostras & algas: Plato de gran vistosidad y excelente resultado en boca. El conjunto se construye sobre la base de una deliciosa crema de rúcula. En ella descansan una gran variedad de algas (hasta nueve especies diferentes, nos comentan), tratadas cada una con una cocción diferente, y los daditos de unas ostras de sabor intenso y persistente. Un plato magnífico.

    Atún & sisho: Uno de los pases más originales del menú en el que el equipo de Fierro se atreve a combinar un producto marino de gran prestigio, el atún, con otros provenientes de la tierra: setas y sisho. Se usan las tremellas o trémelas, un hongo de textura muy gelatinosa, que se adereza con una salsa de yogur y sisho, también conocido como albahaca japonesa.

    Aguacate & curry (foie vegetal): el aguacate se corta semejanza de los medallones de foie y se somete a la brasa para conseguir en él una textura similar a la del hígado del pato cuando se cocina. Una vez en el plato se salsea con una crema de curri que aporta un toque divertido al plato.

    Sopa de cebolla: El plato que se dispone ante cada comensal muestra unos daditos de carne (posteriormente sabremos que se trata de mollejas de ternera) unas esferificaciones de queso Idiazábal y unas lascas de cebolla asada. Una vez en la mesa, se vierte en él una sopa de densidad notable y color sorprendentemente más oscuro que la popular sopa española. Aparente sencillez con resultados altamente gratificantes. Lo cotidiano elevado a un nivel sublime.

    Berberechos & Txacolí: Como fondo se dispone una especie de emulsión que se consigue cocinado tapioca junto con el vino y el jugo de los moluscos. Sobre éste se presentan unos ricos berberechos, levemente cocinados, penca de acelga salteada y capuchina. Seguimos disfrutando mucho.

    Rape & zanahoria: El pescado se cocina a la brasa, consiguiendo un punto perfecto de cocción. Como acompañante una crema que se prepara con el jugo reducido de las espinas del pescado y zanahoria. Una combinación sencilla, acertada y elegante.

    Presa & setas: Desconocemos la procedencia de la carne hasta el momento en que todos acabamos nuestro plato. Cuando nos comunican que se trata de presa ibérica, a más de uno nos cuesta creerlo. Impresionante el sabor, color y textura de un producto de tan alta calidad como la presa Cinco Jotas. No precisa de más acompañamiento, pero, para aumentar el disfrute, se sirve junto a unas tiras de apio bola, a modo de tagliatelle, y unas lascas de presa curada durante quince semanas. Excelente.

    A modo de transición entre la parte salada del menú y el postre, nos sirven un pase que lleva el nombre de “sangría” y con el que se rinde un homenaje al origen de la popular tapa española. Se dice que el nombre de tapa le viene por la porción de pan, queso o jamón que se colocaba sobre la copa de vino para evitar que entrasen en ella moscas o mosquitos. En Fierro el vino se sustituye por una rica sangría y la tapa es una galleta dulce sobre la que descansan una emulsión de vainilla y un grano de uva aliñado con vinagre de malbec. Original y rico.

    Tempeh: Postre de dulzor contenido que gira en torno al arroz y la leche. Encontramos en él un bizcocho bañado en arroz con leche, un helado de esta preparación, jengibre escarchado y sésamo. Para cerrar el círculo, se marida con un sake (vino/licor de arroz).

    La importancia del maridaje

    Otra de las singularidades de Fierro es la relevancia que se le da al acompañamiento líquido del menú. Para personas más osadas y que no disfrutan especialmente con el vino se ofrece la posibilidad de maridar el menú con una serie de bebidas sin alcohol. No es ese nuestro caso, así que nos ponemos en manos de Eva Pizarro, excelente sumiller valenciana de experiencia contrastada. Tanta es la importancia del vino en esta casa que Carito nos llegó a comentar que, en determinadas ocasiones, ya no es Eva la que busca un vino a la medida de éste o aquel otro plato, sino que han llegado a construir platos a partir del vino que les proponía la sumiller.

    Eva nos quiso agasajar esa noche con una sucesión de vinos con el sello común de la originalidad. Los hubo que gustaron más. Otros un poco menos, pero es indudable la singularidad y el carácter particular de muchos de ellos. Tomamos:

    Fino Maestro Sierra
    Chablis Grossot 2017
    Kientz Gewustraminer
    Albamar 2018
    Dolcetto d’Alba Sant Anna 2012
    Revolucionaria 2017
    Chateaux Dárlay 2017
    Sake Kikusakari
    Fondillón Brotons

    El restaurante no restaurante

    A modo de conclusión les ruego que lleven a cabo un sencillo ejercicio: les invito a que busquen en cuántas ocasiones se ha usado el sustantivo “restaurante” a lo largo de esta valoración. Pocas, casi ninguna. No se trata de un hecho casual. Me permitirán, antes de acabar, insistir una vez más en la singularidad del lugar y en esa brillante autodefinición de “espacio gastronómico” con la que comenzaba este relato. De ahí que la palabra “restaurante” no sea la más apropiada y el poco uso que se ha hecho de ella.

    Cuando abandono Fierro lo hago con una sensación de felicidad, de satisfacción plena. La cocina raya a muy buena altura, pero la experiencia vivida fortalece lo ingerido. El excelente trato de Eva y Carito, el ambiente distendido y esa interacción entre el personal de Fierro y el cliente constituyen los tres pilares fundamentales sobre los que se construye una experiencia gastronómica de las que dejan huella. Yo, al menos, tardaré en olvidar la agradable velada que vivimos en Fierro. Gracias.

    Pueden leer esta misma valoración, pero ilustrada con fotografías en: https://www.vinowine.es/restaurantes/fierro-una-experiencia-singular.html#comment-7980

    Valoración media 5 5
    Cocina 5 5
    Servicio 5 5
    Local 4 4
    Servicio del vino 5 5
    Relacion calidad-precio 5 5
  • el 8 noviembre, 2019 a las 11:23
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    Primer acto oficial de la Peña de los Restauranteros, en una de las ciudades donde más oferta gastronómica te puedes encontrar, Valencia.
    Desde aquí felicitar a Ada, Fer y Aurelio con una magnifica organización.
    Hablamos de un local que esta en su sexta temporada, que cuenta con una mesa corrida, muy de moda en locales de nueva apertura, para un máximo de doce comensales, abren jueves, viernes y sábados, y si se juntan doce comensales cualquier otro día, también puedes disfrutar de su cocina.
    En la cocina un equipo de cinco capitaneados por Carito Lourenço y Germán Carrizo, ambos argentinos, su jefe de cocina Piero Ronconi y además un sumiller Eva Pizarro, que en este caso dirigió la velada, no hay camareros, entre este grupo nombrado se lo guisan y se lo montan.
    Menú concertado por los organizadores, es un recorrido por los platos que más han gustado en estos seis años, si no me equivoco por un total de 100€ bebida incluida.
    Cocina a la vista, muy cerca de la mesa, todo como si estuvieses en tu casa, empezamos tomando un vinito de pies, y luego a disfrutar entorno a la buena mesa, que es el propósito de estas reuniones.
    Empezamos con unos snacks para comer con la mano.
    Tartaleta de otoño, setas (boletus, senderuelas), yema trufada y curada.
    Sepia negra, o como dicen a la bruta, tartar de sepia aliñada con un sofrito de pimiento, cebolla y tinta, vamos una salsa de tinta.
    Sepia blanca, otra versión, también en tartar con un figatel con un toque cítrico, si la versión negra iba sobre un crujiente tostado, la blanca descansaba sobre un crujiente de tinta de sepia.
    La empanada (Justina), un clásico argentino que no se cambia del menú, deliciosa.
    Y por ultimo la Gilda a su manera, oliva, chimichurri, anchoa y piparra.
    Resumo, todo con un sabor puro, sin aditivos, ni conservante, texturas agradables y divertido comienzo.
    Primer entrante, orxata de chirivía, chirivía confitada, crujientes del mismo producto, y más chirivía, delicioso pase, la parte central de la chirivía la cocinan a baja temperatura, la pintan con un aceite de hierbas, chirivía en salmuera (en juliana), la piel frita aporta el crujiente y en su forma licuada con un puntito de raifort le da ese punto picante a la orxata.
    Nos sacaron también un brioche, que les hacen, con un poco menos de mantequilla, ya que va guarnecido con la mantequilla que ellos mismos hacen, ya sabéis que los lácteos me encantan, así que disfrute.
    Ostras y algas, sobre una crema de rúcula, nueve especies de algas diferentes, cada una con un tratamiento diferente y por supuesto ostras, muy bueno, alguna de las algas en tempura, aportando crujiente.
    Atún rojo, magnifico, en trozos y corte de bocado, con trémela, una seta deshidratada, que al hidratar, da la textura cartilaginosa de un alga, con lo que consiguen un contraste de texturas muy divertido, y brotes de shiso.
    Aguacate y curry, juegan con la temperatura para al aplicar calor(brasa) al aguacate, conseguir una textura similar al foie, de sabor, claro, se queda corto, ayuda el curry verde y la piña.
    Berberechos y albariño, sobre un meloso de tapioca, trabajado con el vino y el jugo del berberecho, unos ricos berberechos, penca de acelga salteada y capuchina (aporte picante), muy buen plato.
    Sopa de cebolla, de nada menos que cuatro variedades distintas, aporte de mantequilla para emulsionar, que le da untuosidad y sabor lácteo, que me pirra, y el crujiente lo aporta, a modo de torreznos, mollejas de cordero, churrucaditas, en pequeños trozos, esferificaciones de Idiazabal, me encanto.
    Rape , en un punto perfecto , con jugo reducido de sus espinas y zanahoria , nada que reprochar…
    Presa cinco jotas, a modo de tagliatelle, apio bola, y además, presa curada en lascas, este material es la bomba, que mantequilla de cerdo hacen estos de Joselito .
    Hasta aquí lo salado, para refrescar, y pasar al dulce, una versión de la tapa, un vaso con sangría(era un líquido dulce , muy rico , naranja, con vamos que no era sangría) , encima una tapa dulce , una galleta gofrada , una emulsión de vainilla, caramelo , uva , vinagre de Malbec .
    Tempeh , oda al arroz con leche , en helado , bizcocho mojado con arroz con leche , jengibre escarchado , sésamo y acompañado con sake .
    Como remate unos chocolates currados muy ricos .
    Decir que me gusto mucho la cocina , el local , y sobre todo el mimo que ponen a los vinos , para que mariden sin estridencias .
    Vinos:
    Fino Maestro sierra
    Chablis Grossot 2017
    Kientz Gewurztraminer 2017
    Albamar 2018
    Dolcetto dAlba Sant , anna 2012
    Revolucionaria 2017 (Argentina)
    Chateaux Darlay 2017
    Sake Kikusakari
    Fondillón brotons 1970
    Una cena magnifica , gracias al equipo de Fierro .

    Valoración media 4 4
    Cocina 4 4
    Servicio 5 5
    Local 4 4
    Servicio del vino 5 5
    Relacion calidad-precio 4 4

  • el 26 octubre, 2019 a las 11:18
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    Carito Lourenço, Germán Carrizo y Eva Pizarro forman un equipo magnífico en una sala familiar, con una sola mesa, en la que prima la cercanía y la atención personalizada, junto a los fogones. Se trata de un proyecto absolutamente personal y único en el que ellos están a gusto y lo transmiten. Eva Pizarro, amante de los vinos de Jerez, nos ofreció muy buenos vinos con curiosidades y alguna joya, con una selección muy trabajada y armónica con el menú. Ofrecen también un maridaje sin alcohol: un reto curioso.
    Estupenda cocina, personal y técnica pero con un producto muy reconocible en combinaciones de buena intensidad y equilibrio. De nuestro menú de la Peña Restauranteros (abajo) destacaría especialmente los marinos, la ostra y, especialmente, los berberechos y la presa; mención aparte merece el curioso plato de chirivía. Muy ricos los aperitivos, las empanadas son magníficas. La mano de Carito Lourenço, magnífica repostera, se nota en unos postres que tienen siempre un plus. A decir verdad, me resulta curiosa la mesa compartida con extraños, si bien siempre he estado en grupo, situación perfecta. Unas 12 plazas máximo.

    Tartaleta de Otoño
    Sepia negra y blanca
    Justina y Gilda
    Orxata de Chirivía
    Ostra y alga
    Atún y Shiso
    Aguacate & curri
    Sopa de cebolla
    Berberechos &Txacolí
    Rape y zanahoria
    Presa y setas
    Sangría
    Tempeh
    F & chocolates

    Valoración media 5 5
    Cocina 5 5
    Servicio 5 5
    Local 4 4
    Servicio del vino 5 5
    Relacion calidad-precio 4 4

  • el 7 agosto, 2019 a las 20:00
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    Fierro es una propuesta singular, única, extrema: un pequeño espacio con una mesa corrida para 15 personas con banquetas altas, esa es toda su dotación de mobiliario. Y ahí acomodan unos junto a otros a los comensales que van llegando, se conozcan o no. Citados todos a la misma hora, se cantan los platos y se sirven para todos a la vez. Quizás haya un precedente similar en el estrellado Casa Marcelo de Santiago de Compostela, pero éste, disponiendo también de una mesa larga corrida con banquetas altas, tiene además mesas estándar. Fierro es más radical: o vas a la mesa de 15, te toque con quien te toque, o no hay otra.

    Los propietarios y chefs, Germán Carrizo y Carito Lourenço, son una pareja de argentinos que pese a su juventud atesoran un amplio bagaje y recorrido, tanto en su país natal como en España.

    Esta ya es la sexta temporada de Fierro, y en ella se han aumentado el número de pases semanales dado el reconocimiento y consiguiente aumento de demanda del público. Esta sexta es una especie de reposo-asentamiento-remix de las anteriores, con más presencia de la quinta que de las precedentes, por mera cuestión de evolución, supongo.

    No hay más opciones que un menú degustación, eso sí, tienen cintura para variarlo en función de alergias, intolerancias o manías.

    ———

    -Tartaleta de setas, yema trufada y brotes de perejil
    -Dúo de sepias: tartar de sepia bruta y figatell de sepia cítrico.
    -Pescadito frito con emulsión de comino
    -Empanada criolla y oliva
    -Horchata de chirivía, sopa vegetal de chirivía, piel frita y brotes de hinojo
    -Ensalada de algas y ostras
    -Aguacate a la brasa con curry verde, pollo de tomate y cilantro
    -Atún rojo y oreja de vaca
    -Huevo ibérico, presa ibérica 5 jotas curada 14 semanas que acompaña unos fideos muy especiales
    -Rape a la brasa con jugo de sus cabezas, caldo especiado acompañando de calabacín y tirabeque
    -Vaca y fresas, acompañada de un cremoso de topinambur y brotes de berro
    -Sangría hecha al momento
    -Tempeh, bizcocho borracho, helado de arroz y sésamo negro
    -Final feliz Fondillón, tartaleta de dátil y queso azul, chocolate, amarena y kirch y chocolate, avellana y sal

    ———-

    Me impactó Fierro, me impactó, me llegó. No me esperaba esa cocina que roza la excelencia, pura, lúdica, técnica, creativa, con constantes alternativas, versátil, echando mano tanto de materias primas de proximidad como de donde sea siempre que sean de máxima calidad, subiéndose al audaz carro de las fermentaciones (kombucha, koji, kimchi), en fin, poniendo toda la carne en el asador.

    Increíble lo que pueden llegar a hacer con una simple chirivía, sacándose de la chistera ese platazo que me cautivó: Horchata de chirivía, sopa vegetal de chirivía, piel frita y brotes de hinojo… ¡con una vulgar chirivía!. Y ese final apoteósico, con el Fondillón, descompuesto intelectualmente en tres fases sólidas maridadas con el propio fondillón… Sublime.

    El servicio está prestado por los propios Germán y Carito, ellos se lo guisan y ellos se lo… sirven. Dos cracks que se explican como los ángeles, con ese gracejo argentino, ¡qué locuacidad y qué pegada! El sistema que utilizan en la mayoría de los pases es sacarlo y no decirte nada, no te dan información previa apenas, te dejan que saborees y pienses, y luego te cuentan. Pero sin exámenes, sin superioridades. Buscan estimularte y que reflexiones. Todavía me dura el subidón 😉 por haber adivinado que lo que acompañaba al atún con esa textura indescriptible era una seta llamada oreja de vaca, ¡toooma! Por cierto, espectacular el maridaje con un gewürztraminer alsaciano.

    Hablando de maridajes… es la única opción que tienes en los pases nocturnos: maridar. No puedes tomarte una botella de vino. O maridas con vinos o con zumos. He de decir que esta limitación está en consonancia con la radicalidad de la propuesta, es congruente, pero me permitirán que la calificación baje en este apartado por la restricción evidente en la libertad de elección.

    Los vinos que salieron a pelear esa noche fueron: El Maestro Sierra Fino / Chablis Corinne et Jean-Pierre Grossot 2016 / Kientz Gewürztraminer 2017 / Principiano Ferdinando Dolcetto d’Alba St. Anna 2012 / Pendits Wille-Baumkauff Secco 2017 / Fondillón Gran Reserva 1970 Culebron by Robert Brotons.

    Altamente recomendable. Aquí hay presente, mucho presente. Y futuro, mucho, muchísimo futuro.

    Valoración media 4 4
    Cocina 5 5
    Servicio 5 5
    Local 3 3
    Servicio del vino 3 3
    Relacion calidad-precio 4 4

  • el 2 mayo, 2019 a las 20:20
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    Me gusta mucho la cocina y lo de compartir mesa también, pero como bien dices no es para todo el mundo ni para todas las ocasiones… Las veces que he ido lo he pasado francamente bien con los otros comensales.

    Valoración media 4 4
    Cocina 5 5
    Servicio 5 5
    Local 4 4
    Servicio del vino 4 4
    Relacion calidad-precio 4 4
  • el 29 abril, 2019 a las 10:46
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    Local situado en Ruzafa con algunas peculiaridades. Por ejemplo, sólo dispone de una mesa corrida con capacidad para 12 comensales en sillas altas. Es decir, compartes espacio con otros clientes. Trabaja solo con dos menús (uno a mediodía y otro por la noche más largo). No hay mantel, con buena vajilla, cristalería y cubertería. La cocina esta a la vista y la decoración es informal, pero acogedora.

    Para no aburrir no desglosare todos y cada uno de los platos, pero, en síntesis, se podría decir que este restaurante basa su oferta en estos pilares:

    1.- Excelente producto de mercado. Da igual la verdura, el pescado, la carne, el pan o la mantequilla que sirven con el pan. Todo es de una excelente calidad

    2.- Muy elevada técnica en la cocina: Los platos se nota que están muy meditados y su ejecución es sobresaliente, rozando en algunos la perfección. En ninguno hay aristas y todos salen redondos a la mesa. Se utilizan muchos productos que acompañan y ensalzan al producto principal.

    3.- Extraordinaria atención por parte de Carito Lourenco en la sala. Te explica cada plato con una precisión y, sobre todo, con una pasión desbordante que te hace meterte en el espíritu del local. Es la correa de transmisión perfecta para la cocina de muy buen nivel que se hace

    4.- Pasión por lo que hacen: Creen a pies juntillas en su proyecto y se nota que disfrutan ejecutándolo. Y ese disfrute lo enseñan a l comensal con una pasión arrebatadora. Su empatía es enorme

    Y leyendo lo anterior uno se puede preguntar si ha llegado a hasta aquí el porque no hay 5 estrellas. Pues básicamente por dos cosas:

    a.- No me acaba de convencer la falta de intimidad que, para mi, supone el estar en una mesa con otra gente. Soy plenamente consciente que esto no deja de ser una opinión personal, pero, aunque se me llame poco social o asocial, prefiero estar con la gente con la que quiero estar apartados del resto. Quizás es políticamente incorrecto, pero a estas alturas y con esta edad, la corrección política hace mucho que fue abandonada.

    b.- El vino, siempre el vino……………. Vuelvo a ser consciente que esto sea consecuencia de mi frikismo (o como sea que se escriba) en este apartado . La carta es corta y buena, pero muy alejada de la cocina. El servicio se limita a probar y servir, estando eso si, pendientes para rellenar la copa. Para los que bebemos rápido, aunque no sea lo que marcan las escuelas de sala, preferimos tener la botella y servirnos nosotros.

    En cualquier caso, en lo referente a cocina y a servicio de sala, no queda más que felicitar a German Carrizo y a Carito porque su nivel es altísimo. Les avala su CV que es mas que conocido por todos. No los había probado y, la verdad que tenia muchas ganas de hacerlo. Para mi, desde un punto de vista estrictamente gastronómico, un muy buen restaurante. Merece la pena comer allí sin ninguna duda.

    No tengo la menor dudad de que el puesto que tienen ahora no es nada con el que tendrán. Preparación+AptitudxActitud es siempre un pasaporte para el estrellato.

    Valoración media 4 4
    Cocina 5 5
    Servicio 5 5
    Local 3 3
    Servicio del vino 3 3
    Relacion calidad-precio 3 3
    • el 29 abril, 2019 a las 12:05
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      Javier, no sabes cuánto te entiendo. He estado en dos ocasiones, pero siempre llenando la mesa nosotros, así que no he tenido el problema de compartir esa mesa con otras personas, pero si no he vuelto más es exactamente por eso, bueno, y que no tiene precio de ir todos los días, pero no es el tema que nos ocupa.

      Más de una vez he pensado en ir, pero claro, plantarme allí con otra pareja y tener que compartir mesa con más gente me tira para atrás. Y fíjate, aún siendo posible que yo enlazara una conversación fácilmente con otros clientes, no veo a mi mujer haciéndolo, al igual que forzar a otros amigos a esa situación se me hace difícil.

      Claro, que si voy con @aurelio es otro rollo, porque ahí ya tengo a otro que da palique a todo el mundo, pero sí, hay que pensarlo dos veces antes de ir a Fierro, y es una lástima, porque la cocina es de máximo nivel.

      Saludos
      Dani

    • el 29 abril, 2019 a las 14:21
      Permalink

      Jeje, a mí no me molesta nada, siempre dependiendo de en qué plan vayas (si vas a celebrar tus 25 años de casado con tu pareja… pues como que no)

      Si no hubieras dicho dónde está este restaurante ni la nacionalidad de sus protagonistas, hubiera pensado sin dudarlo que te referías a Casa Marcelo, en Santiago de Compostela, una michelin, mismo mismo mismo rollo. Me encantó.

      Y a Fierro… si no he intentado ir 5 veces no lo he intentado ninguna, y no hay manera

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