Volver.

Volver a tiempo

Miramos el otoño como el intento cobarde de que no llegue el invierno. Ese frío mordaz que nos cambia las terrazas por el sofá y la manta. Acorta el día, nos frotamos las manos, nos alzamos el cuello del abrigo hasta tener la sensación de desaparecer bajo la ropa. Porque vuelve el frío, y con él, deshacernos de la idea de los días azules. Igual que un médico se deshace de sus guantes, paciente tras paciente.

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