Ubicación: Cami de l'Estacio, 4
Burjassot (Valencia/València)
España
Código Postal: 46100
Teléfono: 621341751
Horario: Abre sólo a mediodía, todos los días de la semana
Menciones:
Tipo de cocina: Actualizada, Arroces, y Mediterránea
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Web: https://villaindiano.com/
Precio estimado: 50,00€
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Acontesieron los hechos un día tonto de entresemana que yo tenía fiesta, queriendo comer cerca de casa, estaban casi todos los que conocemos (o sea, casi todos) cerrados por descanso semanal, y buscábamos uno al que fuimos hace años en Burjassot que era como una casa de veraneo antigua (luego recordamos que su nombre era Les Maries), y nos saltó este Villa Indiano, que no conocíamos de nada, es que ni nos sonaba. Estamos perdiendo facultades.
Bueno, por las fotos parecía el típico sitio de eventos y tal, pero vimos que también daban comidas “al detal”, así que oye, vamos a conocer un garito nuevo, que nos estamos oxidando.
Como su nombre indica, Villa Indiano es la típica (no por ello menos bonita) villa de indianos, esas casonas que, a finales de XIX y principios de XX, los emigrantes españoles que “hacían” las Américas” construyeron cuando regresaban a sus lugares de origen si les había ido bien la aventura. Son mucho más comunes en el norte peninsular, de hecho cuando entrábamos en la finca me pareció teletransportarme a Asturias.
Grande, con amplios jardines, el restaurante ocupa la planta principal, que está en alto, hay que subir una escalinata, y tiene varias estancias. La plausible reforma a la que la han sometido mantiene la mayoría de los elementos originales, se está francamente a gusto ahí, en esa atmósfera tan especial y agradable, esos techos altísimos, esos grandes ventanales que dan a espacios ajardinados, esos suelos de baldosín hidráulico…
Bueno, pues ahora solo falta comer bien, pensamos. Echamos un ojo a la carta, y observamos que en los entrantes tienen varias referencias mediterráneas actualizadas, un apartado estelar de arroces, otro escueto de pescados, en el que sólo tiene o corvina o pescado del día de lonja, y otro igual de escueto de carnes, en el que únicamente tienen abanico ibérico y chuletas de cordero. Vamos, que te conducen a que tomes unos entrantes y un arrocito. Y es lo que íbamos a hacer, hasta que vimos que tenían un menú del día que era de lo más apañao, por 29 €, con tres entrantes al centro, un arroz como principal, y un postre, bebidas y cafés no incluidos.
Así que, al menú del día, añadiéndole unos champis que había yo visto en la carta y que, como decía mi madre, “me hicieron tilín”.
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• Champiñones en escabeche con papada ibérica
• Croqueta de sardina escabechada
• Chipirones rellenos de embutido artesano, receta familiar
• Setas de temporada al ajillo
• Arroz meloso de cordero confitado, calabaza y trufa
• Trata clásica de yema y frutos rojos
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Ya en el primer pase nos dimos cuenta de que no era un lugar quintagamesco como nos temíamos, ahí había cocina de la buena. Estupendos los champis, la original croqueta de sardinas, los chipis rellenos, y las setas de cardo. Se percibe claramente que tras los fogones había alguien con toque y oficio. Y con personalidad, con su impronta, con ese hilo conductor que percibimos en los chipis rellenos de blanquet y en los champis, de una crema-guarnición o cama deliciosa, con unos matices a clavo y canela sutiles y mejorantes.
Y con el arroz, y mira que a mí me aburren, ya nos cercioramos de que ahí había gato encerrao, porque es que estaba de muerte, un meloso con el codero confitado desmigado que se integraba con el grano, salpicado generosamente de hebras de azafrán, y con la singularidad del sabor y textura de la calabaza (otra muestra más de la impronta “dulce” de la que hablaba en los entrantes).
Así que le preguntamos a Jorge, el amable y efectivo camarero que nos atendió (estaba sólo él), y que se comunicaba con cocina por un micro (algo que también nos habían reforzado las sospechas iniciales de quintagama paradise) y él nos contó:
Llevan poco tiempo abiertos / No, no se trata de un lugar especialmente destinado a eventos, aunque también los hacen / No, no pertenecen a ningún grupo hostelero, aunque sí a una familia de empresarios con muy diversos intereses / Nada es de quita gama, todo lo cocinan ahí / En cocina tienen a una chef de relumbrón, Chabe Soler, a la que yo conocía por haber pasado por La Salita y, sobre todo, por haber sido propietaria y chef de La Ferrera cuando La Ferrera lo petaba. ¡¡¡Ahhhhhhh amigo!!!
En vinos, flojean, nos comentó Jorge que estaban trabajando el tema para mejorarlo. Actualmente sólo tienen dos vinos por copas, un tinto y un blanco, y su carta es muy rácana. Tomamos una copa de cada, no estaban nada mal: Altos de Torona Godello sobre lías 2024 Rias Baixas D.O. y Finca El Pla Daniel Belda 2024 Tempranillo, Syrah y Merlot Valencia D.O.
Volveremos, hombre que si volveremos.
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