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Me sorprendo de que ningún gaudaro, yo incluído, no hayamos reseñado este restaurante. Mal por mi, porque quizá es al restaurante al que más veces he ido. Amoh a ver, entendedme, que no es que viva allí, pero más o menos cada 18 o 24 meses me paso a comer. En ocasiones solo. En ocasiones (bien) acompañado. Y eso es así casi desde hace 11 años y 1 mes. ¡ Que lo he buscado en reseñas precedentes en otros lugares ! 😜
Cuando voy a comer fuera siempre voy feliz como un gazapo. Dando saltitos con la promesa de ser feliz en la mesa. Feliz voy siempre a Montia, y sigo sorprendiéndome de que por feliz que vaya, sigo saliendo infinitamente más feliz de lo que entro. Siempre. Para mi Montia es felicidad.
La nueva ubicación es extraordinaria. De las que te envuelven. Huerto propio, tanto dentro del restaurante como fuera. Elementos naturales. Ahora, en primavera casi verano, ves a mariposas y abejorros comiendo felices en su huerta.
Su huerta y el monte, porque hay yerbitas y setas que buscan ellos mismos. Productos cercanos, con aperturas a otros lugares cuando consideran que el plato cobra así sentido. La estación: Platos significativamente distintos según la estación. Con su línea argumental, pero significativamente distintos.
Vinos y cerveza naturales. Ahí sí que sin concesiones. Ni media. Coperío muy a la altura y más.
No es plan hablaros de visitas precedentes, siempre extraordinarias. ¿Y esta última? Felicidad. Felicidad desde el primer plato, con los espárragos y setas de San Jorge ralladas al momento; llegar y quedar desarmado desde el primer instante. Platos… Hay ortigas fritas, hay erizo con guisantes y espárragos de los que salen en el lúpulo, unas colmenillas con caza en su interior que te llevan de viaje astral al otoño mientras tus pies están en la primavera. Tener uno de esos raros momentos intensamente Ratatouille-Anton Ego, con los dos pases de cabrito. Algo extraordinario ese viaje a la infancia al primer aroma, al primer bocado. Las hojas propias de su huerta para la ensalada. Los postres, “que son los platos del final”, en el que te puedes encontrar una ensalada. El pastel ruso, de bellota, con helado de chufa e idem… de bellotas recogidas en el monte mismo de alrededor. Flores, hojas, ¡ descubrir el geranio coca-cola ! De verdad, ¡ soy taaaaaaan feliz en Montia !
… y este asunto no iba a narrarlo así, porque pensaba que ya habría alguna nota del restaurante en esta, nuestra comunidad. Lo que os iba a decir de inicio…
¡¡ Qué extraordinario es Marco !! Marco es el sumiller. Qué maravilla de persona y profesional. Preocupado y ocupado sin descanso en el disfrute de cada comensal. Interesándose por cada detalle en tu estancia allí, en el ritmo en que irá tu mesa, en qué quieres o te apetece beber. Y es el sumiller en que más claro he visto, y muy disfrutado, ese interés, porque realmente le da una muy buena pensada a qué vinos te va a ofrecer. Realmente pensando en ti, y en cada persona. El sumiller que más he visto escuchar a cada comensal, pensar en él, preocuparse por él y su felicidad. Algo, realmente, de un nivel fuera de categoría.
Si podéis ir, id. Es felicidad.
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