Roostiq



Ubicación: Augusto Figueroa, 47
       Madrid (Madrid)
       España
Código Postal: 28004
Teléfono: 918532434
Horario: Abre todos los días
Menciones: Recomendado Repsol
Tipo de cocina: Asador y De mercado
Te puede interesar: Vino por copas
Web: https://roostiqmadrid.com/
Precio estimado: 50,00€

Valoración media :  
5 stars   0
4 stars   2
3 stars   0
2 stars   0
1 stars   0
4 estrellas de 2 Valoraciones
Cocina 5 5
Servicio 4 4
Local 4 4
Servicio del vino 5 5
Relacion calidad-precio 4 4
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11 comentarios sobre “Roostiq

  • el 28 mayo, 2022 a las 22:21
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    Sonaba bien Roostiq, uno de los locales de moda en la capi, quizás me tiraba un poco p’atrás el posible ambiente hipermegapijo petulante con el que me podía topar. Pero no, qué va, nosotros lo que nos encontramos fue un ambiente de lo más normal, muy muy agradable, se estaba realmente bien.

    Roostiq se halla en pleno Chueca, muy cerquita del Mercado de San Antón, donde nos tomamos un vivito antes de cenar.

    El local es muy guapo, intimista (muy lograda la iluminación), aire de elegancia “casual”. Nos acomodaron en la mesa que hay nada más entrar a la derecha, como retranqueada, que te da sensación de privacidad, pero sin dejar de estar en la “pomada”.

    Me sorprendió la sencillez tanto de la carta como de los nombres de los platos, cero pretenciosa.

    En Roostiq la atmósfera evoca a fuego, a brasa, a horno, todo te encamina hacía ahí. No en vano centran su oferta en su cacareado horno de leña napolitano, construido de modo artesanal, que según cuentan se mantiene constantemente entre 450 y 500º.

    Otro de los elementos distintivos de Roostiq es su vocación ecológica, tienen en Ávila su propio huerto y su propia granja en la que crían pollos y cerdos. No pesticidas, no químicos de síntesis, no maltrato animal.

    Bueno, al lío, comimos, al centro, para compartir:

    ———-
    • Torreznos Roostiq
    • Pimiento piquillo confitado
    • Puerros confitados a la brasa
    • Pollo Roostiq
    • Pluma ibérica de bellota a la brasa
    • Tarta de queso
    ———-

    Todo exquisito: sus torreznos tienen merecida fama, horneados después de ahumados, y posteriormente laminados sin perder su forma original, qué finos, qué jugosidad y qué juego de texturas; el pollo me pareció brutal, sorprendente, por más que leo no veo que se adobe previamente, a mí me lo pareció, pero estaba equivocado, es la calidad del pollo, el marcado de brasa, el remate en horno, y su servicio, deshuesado y troceado; la pluma muy rica también, aunque no tenía ese punto genial de los anteriores platos; los pimientos, confitados, una pu.. locura, para comerte un pozal; y los puerros, soberbios, buenas piezas, trabajadas maravillosamente en las brasas, saboraco, tops.

    No entendimos ninguno el acompañamiento del pollo con una salsa de tomate que no maridaba nada de nada, no es que no sumara, es que restaba, pese a que, es justo decirlo, era casera, natural, y estaba deliciosa.

    La tarta de queso, buena sin más, tenía la particularidad de ir acompañada de nata (no aportaba) y de amaretto, eso sí aportaba, pero siempre que vertieras sobre la tarta solo unas gotitas, en caso contrario resultaba invasivo.

    De la carta de vinos había oído hablar maravillas, que había doble carta, que tal y cual… Yo solo vi una (tampoco pregunté por la segunda, no entiendo eso de que haya que pedirla como si fuera algo de estraperlo), y estaba bien, pero vamos, no era para tirar cohetes. Los precios bastante subiditos. En la mesa imperaba el tintocentrismo, así que tomamos una botellita de Telescópico Frontonio Garnacha – Mazuela 2018, a la que le siguió un Díscolo Edición limitada Tinta de Toro 2018, que no superó al maño. Trato correcto.

    El servicio, del que a mitad de cena despotricamos por sacarnos todo a la vez, pero todo, excepto los puerros, que salieron en último lugar (¿?), y no interesarse nadie por ese fallo garrafal (agobio, apelotonamiento de platos en la mesa, carne fría porque no nos dio tiempo de comerla caliente…), acabó siendo alabado unánimemente por la paciencia, cuajo y oficio que mostraron ante una desternillante, inconfesable e inenarrable anécdota, y por invitarnos a la tarta a modo de desagravio.

    Volveré, claro que volveré, sobre todo a probar sus pizzas, de las que hablan y no callan, en especial esa de torreznos… tiene que ser la bomba.

    No pagué yo por lo que no puedo valorar la RCP, pero me aventuro a presuponer que buena, pues quien me llevó no se anda con chiquitas y, por otro lado, como quedó demostrado, tiene buen gusto, es más, diría que excelente… en todos los sentidos 😉

    Valoración media 4 4
    Cocina 4 4
    Servicio 4 4
    Local 4 4
    Servicio del vino 4 4
    Relacion calidad-precio 4 4

  • el 27 enero, 2020 a las 11:37
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    Situado en Chueca, en un local amplio. Consta de una barra a la entrada y tres mesas (dos de ellas altas) y detrás un comedor más grande donde está la cocina vista, o al menos la parte de parrilla. Se perciben grandes llamaradas que dan espectáculo.

    Como comentan los compañeros, cocina basada en las brasas: sobre todo verduras y carnes, con algún pescado. Nos quedamos con ganas de probar el rodaballo a las brasas, pero era mucho para solo dos personas.

    Lo que pedimos:

    – Torreznos, infaltables. Cortado finamente, no se hace pesado y es una ración que aunque parece pequeña da mucho de sí. Riquísimos, con saborazo. 10 €.

    – Espinacas a la llama con vinagreta de bacon y huevo. Correcta ración, con dos huevos. La espinaca está deliciosa, con un ligero gusto a humo y el contraste de la vinagreta, un gran plato. 13 €

    – Puerros a la brasa. Sabrosos puerros, sabor muy parecido al calçot, al estar así cocinado, con un sabor más delicado del puerro. 12 €

    – Pollo Roostiq. Pechuga fileteada y acompañada con una salsa de tomate, aceituna y alcaparra. Una de las estrellas del local, parece ser, son los pollos, criados en su finca en libertad. El pollo está bueno, pero quizás es lo más soso de lo que pedimos.

    Lamentablemente al ser solo dos no pedimos ni el rodaballo ni las chuletas, que tenían muy buena pinta. Es un sitio para ir más personas y compartir platos.

    No probé las pizzas, pero tenían muy buena pinta.

    En cuanto a la carta de vinos, fue una de las razones por las qué reservé. Tienen dos cartas, una basicamente de españoles con unos cuantos champagnes y borgoñas y otra centrada en grandes champagnes y borgoñas. Gran carta esta segunda, con grandísimos vinos, pero practicamente todos de tres y cuatro cifras. La carta “normal” tiene cosas interesantes a precio algo subido. Hecho en falta más vino extranjero fuera de Borgoña y Champagne.

    Es una opinión muy personal mía, pero hacer una carta con vinos de 200, 500 o 1.000 euros tiene un mérito indudable, pero para mí tiene más mérito hacer una carta con vinos ricos y pagables, parece una carta pensada en epatar más que en otra cosa.

    Nosotros bebimos un borgoña blanco, el delicioso básico de Henri Germain, facturado a 45 euros. Buenas copas.

    El servicio pareció un poco errático al principio pero luego se fue centrando.

    El total de la comida fue 103 euros, sin postre (tenían ricas opciones como la tarta de queso con muy buena pinta, o un brownie de chocolate Valrhona, pero hay que cuidarse 😉 )

    No es mal precio, teniendo en cuenta que casi la mitad fue vino, con un vino más asequible y compartiendo entre más de dos, se puede comer muy bien aquí por 40 euros o menos. Una comida sencilla pero franca y rica.

    Dicho esto considero que la RCP es muy buena, pero le lastra la carta de vinos para ricos, por lo que le bajo ese apartado.

    Para mí el problema es que salvo que reúna a más gente, me costará volver en pareja puesto que la carta es breve y no da la sensación de que vayan a rotar mucho los platos. Otra de las razones para volver sería la carta de vinos, pero por desgracia para mí hay pocos vinos pagables que me llamen la atención.

    Valoración media 4 4
    Cocina 5 5
    Servicio 4 4
    Local 4 4
    Servicio del vino 5 5
    Relacion calidad-precio 4 4

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