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De camino a Tarragona para pasar este largo puente de diciembre y después de visitar la zona del delta de l’Ebre, decidimos parar a comer en este lugar ya que nos lo habían recomendado especialmente por su excelente RCP. Reserva hecha con bastante antelación y gracias pues, una vez allí, comprobamos que el local se llena por completo.
Casa Lupe se sitúa en el pueblo de Les Cases d’Alcanar que, a su vez, pertenece al municipio de Alcanar. Es un pequeño núcleo de población construido alrededor del puerto pesquero cuya economía local se mantiene en buena parte al turismo que viene expresamente a comer aquí. Es por ello que vemos una buena cantidad de restaurantes en muy pocos metros cuadrados. Una vez dentro comprobamos que el salón es amplio pero está abarrotado dejando un espacio ínfimo entre mesas. Después de las valoraciones leídas en otros portales nos parece hasta agradable ya que, en algunas de ellas, se juzgaba nefastamente.
Previamente hemos visto en la página web del restaurante que existe carta de comidas y cuatro menús de diferente extensión: “de categoría” (cuatro raciones al centro y un arroz a elegir) por 20€, tapas (nueve raciones al centro) por 25€, degustación (siete raciones al centro y un arroz) por 30€ y sibarita (nueve raciones y un arroz) por 35€. Nuestra sorpresa es que, nada más sentarnos, la quien parece ser la dueña del establecimiento, nos hace llegar dos raciones de las primeras tapas y nos pregunta: – Vamos a tapas, ¿no? Nuestra intención de antemano es tomar el menú sibarita y así se lo hacemos saber, pero me parece curioso que ella ya hubiese elegido por nosotros y, por tanto, me gustaría avisar de ello a posibles clientes futuribles. Acceden sin objeción alguna y elegimos el tipo de arroz. Cosa similar ocurre con el vino que, sin mediar petición ni carta, nos llega a la mesa: un vino DO Rueda bastante flojillo que, eso sí, va incluido en el precio del menú junto al agua y sin limitación alguna.
Las raciones van saliendo de cocina a tandas (todas de lo mismo), nos pareció y el personal de sala va preguntado si hemos comido de esto o de lo otro. Curioso sistema de organización. Al final acabamos tomando:
– Navajas a la plancha.
– Langostinos a la plancha.
– Cañaillas.
– Mejillones al vapor.
– Almejas con judías y salsa marinera.
– Galeras, cigalas y gamba a la plancha.
– Croquetas de bacalao.
– Fritura de pescado.
– Calamar a la romana.
– Arroz con bogavante.
– Postre a elegir: yo tomé un sorbete de limón pues, como se puede imaginar, estaba muy justo de fuerzas.
Si el lector está a la espera de saber cuál es el truco de ofrecer tal cantidad de comida por un precio así, les diré que no existe trampa ni cartón: las raciones son abundantes (excesivas, en algún caso), el producto es fresco (la fritura de pescado estaba de escándalo, por ejemplo), la cocina da a cada plato el trato adecuado (el arroz es el mejor ejemplo)… No hay ningún pero en cuanto a la composición, ejecución y precio del menú. Todo perfecto excepto las cañaillas que no nos gustaron por el tipo de cocinado. ¿Cuál es la contrapartida? El local es exageradamente ruidoso, desconozco si existe carta de vinos, los baños quedan pequeños y necesitan una reforma pero, a mi entender, son pequeños detalles que, en nuestro caso, no empañan para nada una comida que recordaremos por su abundancia y su maravillosa RCP. ¡Ah! Los cafés finales también se incluyen en el precio del menú.
Para finalizar comentar que el servicio estuvo eficaz y muy simpático con nosotros.
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Juer, da un poco de perezaca…
Y si os hubierais puesto insistentes, crees que hubieras logrado cambiar al sibarita, o ahí los festivos es “café para todos”?
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No, no. Parece que no me he explicado bien o que me has leído con prisas. Al final tomamos el menú “sibarita” como queríamos. Lo que me sorprendió y aviso de ello fué que empezasen a servirnos tapas sin consulta previa alguna y viendo que, a priori y según la web, existe la opción de comer a carta.
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