Ubicación: Avinguda del Papa Luna, 5,
Peñíscola (Castellón/Castelló)
España
Código Postal: 12598
Teléfono: 964480030
Horario: Cierra miércoles
Menciones: 1 Sol Repsol
Tipo de cocina: Arroces y Mediterránea
Te puede interesar: Con terraza y Con vistas
Web: https://casajaimepeiscola.com/
Precio estimado: 85,00€
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Más de dos décadas hace que tenía yo en la lista de pendientes el “Arroz Calabuch”, en Casa Jaime de Peñíscola. Me hacía una ilusión bárbara, por las excelencias que de él contaban, por los ingredientes que contiene (me encantan todos), y porque la película de Berlanga que le da nombre, recuerdo que cada vez que la he visto me ha dejado un buen rollito tremendo, con ese final de fuegos artificiales sobre el castillo envuelto por una mediterránea noche estival.
Casi sirvió de excusa para pasar un finde en la citada localidad, teníamos una comida en el Trangol de Benicarló el sábado, y aprovechamos para dormir y cenar en Peñíscola y comer el domingo en Casa Jaime.
Peñíscola… quizás sea localidad de España más injustamente tratada. Si te pregunto a qué te suena, seguro que me dices palabras como guiris, caspa, baratero, vulgar, masificado… Y ciertamente, algo de eso encontrarás, pero encontrarás también uno de los cascos históricos más divinos de toda la costa mediterránea, con esas calles intrincadas y en pendiente maravillosamente conservadas que coronan en el Castillo del Papa Luna, con unos rincones paradisíacos, unos comercios cuidados, respetuosos con el entorno y puestos con muy buen gusto, especiales, con un aire desenfadadamente cool.
Tras cenar muy bien el sábado en un lugar precioso, llegó el domingo, el día señalado, qué ilusión. Paseo por la interminable playa, con la pintoresca silueta del castillo presente desde cualquier punto, haciendo tiempo y abriendo el apetito hasta las 15:00h que teníamos la reserva. Se nos hacía un poco largo, así que, al pasar por la puerta del restaurante, entramos, y sin ningún problema nos la adelantaron a las 13:30h… ¡ooooleeeeee!
Casa Jaime es pues un establecimiento legendario, abrió en el casco antiguo en 1967, y se trasladaron en 1982 a su actual ubicación, al otro lado de la bahía, primera línea de playa, con una vista privilegiada del pintoresco relieve del pueblo dispuesto cobre la roca con el imponente castillo en la cumbre. Y siempre regentado por Jaime, Jaime Sanz, que sigue ahí, a su más de 80 años, aunque escondido, habiendo tomando ya el relevo sus dos hijos, Jordi en los fogones y Jaime en sala.
Me esperaba un local espectacular, pero qué va, es pequeñito, con su interior de aire marinero, y una terraza en primera línea con las vistas comentadas. Nos acomodamos en ella, estaba a medio montar, un detalle que no me gustó, daba aire de provisionalidad. Parece ser que solo montan las mesas que tienen “vendidas” y el resto quedan ahí aún lado apiñadas, con media terraza vacía. Un gran mural con una foto de Peñíscola ocupa por completo uno de los laterales, el otro está como separado de la finca de al lado por unos maceteros.
Vamos a lío. Los Jaimes son unos auténticos expertos en mariscos y pescados de la zona, tienen familia pescadora y el resto lo compran en la lonja de allá, pero destacan por tener siempre esos pescados y mariscos de temporada que son casi desconocidos para el resto de los mortales, incluso despreciados en otras épocas y en otros lugares. Los Jaimes, no, ellos los valoran, los buscan, y los tienen siempre en su carta, son su santo y seña, no en vano algunos de ellos son los protagonistas de sus célebres arroces.
Su oferta, presentada en un folio plastificado por las dos caras, es concreta, escueta y marítima: 7 arroces, 7 pescados/guisos de pescados (entre los que tiene fama el “suquet de peix”), 12 entrantes, y fuera de ella, un papelillo con 3 ó 4 sugerencias del día.
Nosotros nos pegamos un festín, abarcando los platos más señalados para intentar captar la esencia de Casa Jaime:
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• Buñuelos de bacalao
• Croquetas de langostino y trufa del Baix Maestrat
• Caixetes “Arca de Noé”
• Capricho del Papa Luna
• Arroz Calabuch
• Tarta de naranja
• Lemon pie
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“Tienen la fama bien merecida” fue la expresión que proferimos varias veces mientras dábamos buena cuenta de todos los mencionados manjares, porque estaba todo excelso, disfrutamos de lo lindo.
Los buñuelos de bacalao nos sorprendieron por la pulcritud de su rebozado y porque dentro las finas lascas se apoderaban, resultando más carnoso que cremoso; las croquetas, estupendas, aquí sí imperaba la cremosidad, con un mar montaña magnífico de langostino y trufa; los “caixetes”, uno de esos mariscos que en pocos lugares te van a servir, y menos con ese conocimiento y mimo, los presentaron maravillosamente, y nos explicaron que había que abrirlos como si fuera un monedero, pues se trata de un bivalvo rústico que tiene unidas férreamente sus dos conchas, pero dispone de una pestañita en medio que si giras, cual monedero antiguo de señora, abres sin dificultad alguna, emergiendo de él una gruesa molla extraordinariamente singular, con una textura como gomosa al morderla que explotaba al romperla inundándote la boca de agua de mar; el “Capricho del Papa Luna”, pecaminoso y muy bien traído, una cáscara de erizo de mar rellenada de una glutinosa elaboración a base de la propia yema del erizo, langostinos de Peñíscola y alcachofa de la vecina Benicarló.
Y llegó el gran momento, el de la aparición de la estrella del lugar, el gran divo, el “ARROZ CALABUCH” que, y mira que esto es difícil cuando son muy altas, superó las expectativas, qué locura. Un arroz que nació como de aprovechamiento, al contener lo que entonces se consideraban despojos marinos, como son las espardenyes (espardeñas, cohombro, pepino de mar), ortiguillas (ortiga de mar, anémona común), y ahora le añaden lluentes (o concha fina, almejón, almeja de Málaga). Lo privativo de esta creación es el juego de sabores y texturas, la armonía con la que conviven, bailando una “lenta”, con la melosidad de la ortiguilla, la crujiente y fina carnosidad de la espardenya, y la expansiva salinidad y sabrosura de la concha fina. Se lleva la fama la espardenya (por su actual precio y valor culinario) pero realmente aquí la protagonista es la ortiguilla, sin duda alguna, que se medio deshace integrándose con el grano y dando lugar a un arroz seco con alma de meloso, qué bocados más acariciantes en los que la ortiguilla envolvía el grano firme, suelto y entero y se veía alegrada por algún bocadito de espardenya. Un fumet tremendo, el azafrán de La Mancha, algo de ajo, trocitos de tomate natural (muy presentes) y el perejil troceadito, hacen el resto. Y, como bien dicen ellos, logran un “arroz de película”. Cuentan los Jaimes que décadas atrás apareció por ahí el gran cineasta Luis García Berlanga y mientras degustaba este arroz, se levantó y con voz alta y clara exclamó en mitad de la pequeña sala: “Ni calles con mi nombre ni leches, nada como este arroz con el título de mi película”.
Pero espera, que no hemos acabado, que nos quedan los postres, ¡y vaya postracos! Sobre todo la tarta de naranja, espectacular, con la base de algo que me pareció a mí como tortas de alma machacadas, la crema pastelera de matrícula, y la jugosa y dulce-ácida naranja.
Carta de vinos extensa, variada y bien seleccionada. Tomamos un Vallegarcía Viogner 2020, pensamos mucho en el tipo de blanco que queríamos que acompañara a estas selectas viandas, y acertamos con este gran Vino de Pago.
El servicio, con buena ayuda, te lo presta Jaime hijo, un tipo peculiar que irradia seguridad en sí mismo, conocimientos de todos los productos que maneja, y oficio.
Efectivamente, el “Arroz Calabuch” es un arroz de película, una película que quiero volver a ver.
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Me encantan las ortiguillas ^___^ Pero llevo un tiempo leyendo noticias poco halagüeñas; similares a las del berberecho en Galicia :-/
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Ostrás, pues sí. No sabía nada, pero al leerte he buscado y…
https://www.lavozdigital.es/provincia/ortiguillas-gaditanas-desaparecen-mesa-consumo-alga-invasora-20231030153220-ntv.html
😟
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Por cierto, que aquí las ortiguillas no es como estamos acostumbrados a comerlas, aquí van como desleídas e integradas por zonas con el grano, un primor, buahh, ahora me cenaba yo un platito de ese arroz, además no satura nada de nada y sienta de miedo.
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Es que son taaaaaaaaan delicadas que en cuanto se añaden a un guisao se hacen uno con el cosmos.
36 docenas me comería ahora; que estoy cuajando la tortilla de patatas y me como el mango de la sartén 🙂
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¡ Resistid ortiguillas, que el 7o de ericitos viene al rescate ! ^__^
https://www.diariodecadiz.es/noticias-provincia-cadiz/desaparecido-erizo-mar-posible-solucion-invasion-alga-asiatica-Cadiz_0_1896410706.html
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IEEEPA!!! Que salgan los canyuts con las conchas en alto!
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¡ Ay, leñe, que no había puesto el enlace ! =8-D
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Ahhhh jajaja, yo, como eres un tipo imprevisible que sale por cualquier lugar inesperado, te seguía lo que pensaba que era una broma…
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Buena opción conmigo: Camina confiado y espera lo inesperado :-p
… y recuerda, la respuesta correcta es: “A ese tal Jose no le conozco de nada, Señoría” :-p
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Jajaja, qué grande!
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