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Luces y sombras.
Empiezo por las luces: es una vinoteca muy moderna situada en un bonito local en una modernísima torre de un complejo de, parece, recién construcción en la capital eslovaca. Centrados generalmente en el vino natural, no solo eslovaco, pero con cierta preferencia por Chequia, Eslovaquia, Austria, Eslovenia… para placer de los nostálgicos de la Doble Monarquía. Pedimos un rico Frankovka Modrá eslovaco de Milovin (30 eur), fresco, natural, pero de los ricos. Al menos cuando cogió la temperatura adecuada.
Y sigo con las sombras: el vino nos lo sirven a temperatura de desayuno. Le pido que nos lo enfríen y la respuesta: “es un vino tinto, no enfriamos los tintos”. Tras mucho rogar nos traen una mini cubitera que propició que las dos últimas copas fueran las disfrutables. Más pegas, no tienen apenas comida, simplemente unas tablitas de queso y embutido.
Copas correctas.
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Qué mobiliario tan… ¿peculiar? para una vinoteca.
Si la carta de vinos no era en tablet es otro punto a favor 😜
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Era un edificio muy moderno. Yo me senté fuera, pues tenían el mismo mobiliario, pero en la calle, mirando a un laguito artificial.
La carta era en papel, como debe ser.
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