Los Cabezudos


Teléfono: 976392732
Ubicación: C. de Antonio Agustín, 12 50012
    Zaragoza (Zaragoza)
    España
Horario: Abre todos los días de la semana
Momentos: Cena
Tipo de cocina: De mercado
Web: https://grupoloscabezudos.es/
Precio medio: 60.00€
Tapa, bebida, producto estrella: Mariscos y Setas

Valoración media :  
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3 estrellas de 1 valoraciones
Valoración 3 3
Relación calidad-precio 3 3
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5 comentarios sobre “Los Cabezudos

  • el 11 diciembre, 2022 a las 10:06
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    Todo un clásico en Zaragoza, desde 1985 llevan al pie del cañón, no concibo mi juventud sin Los Cabezudos. Esas tardes de vinos que comenzábamos en la calle Moneva (el Jose Luis, La Nicanora, Tropicana, El Calamar Bravo, La Mejillonera), para seguir por calle San Miguel (el Circo, el Erzo, ¡ese Serapios, legendario, “autoservicio del vino”, qué sobradas de beber vino sin talento!), pasar por calle Comandante Repollés (los garitos de “Nino Bravo”, así les conocíamos, porque en uno de ellos siempre ponían música de este cantante a toda pastilla, y los gamberrotes de la cuchipandi, ya cargaditos, nos desgañitábamos cantándolas aunque no nos las supiéramos) y finalizar en lo que nosotros llamábamos “la zona de Los Cabezudos”, que era la mejor en cuanto a tapas, pues en ese triángulo entre plaza San Miguel, calle del Heroísmo y calle del Coso, se concentraban los garitos más gourmets de entonces: Pedro Saputo, El Tío, Garum, Cascanueces, La Corrala… y por supuesto, Los Cabezudos, que era el que como digo daba nombre a la zona sencillamente porque era el mejor, de hecho casi nunca entrábamos dado que era muy caro, era como otro nivel, no “tocaba” para estudiantes o recién incorporados al mundo laboral.

    Y ahí sigue Los Cabezudos 37 años después, esplendoroso, bien cuidado, incluso mejorado, como nosotros (nótese ese ironic mode…).

    Se trata, o más bien yo lo calificaría, con una denominación que se estilaba hace muuuuchos años para esas tabernas que mimaban instalaciones, producto y servicio: “alta taberna nacional”, jaja, suena como muy del régimen, pero no, hablamos de ocio de los 70-80.

    Las instalaciones, impecables, con esa iluminación acertadísima, cálida, esa barra como grandísima protagonista, esa mesas separadas y dotadas de intimidad por discretos paravanes…

    La barra. Nosotros siempre a la barra. Con los jamones top colgando detrás, los mariscos revoloteando, las setas de temporada, los pinchos bien dispuestos…

    Esta vez, con familia, nos sentamos en una mesa, al fondo a la derecha, antes de entrar en una sala-reservado muy chula, delimitada, nuestra mesa digo, por paravanes. No se podía estar más a gusto. Mantelería, cubertería, cristalería… de alta gama. Pero sin perder el aire de taberna.

    Su oferta gastronómica, como se adivinará por lo comentado hasta ahora, era, y es, producto de temporada tratado con mimo y tradición. Lo dicho: jamones, chacinas, mariscos, pescados, carnes, setas… todo en su momento, máxima calidad y frescura, ése es su principio empresarial. Con el paso de los años la cocina se ha actualizado un poco, solo un poco, para no quedarse atrás. Pedimos:

    —————
    • Navajas
    • Alcachofas fritas y romescu
    • Rebollones a la plancha
    • Colmenillas rellenas de foie con salsa de trufa negra
    • Huevos azules trufados de gallinas camperas de raza araucana / mapuche con patatas, setas silvestres, trufa negra y carabinero
    —————

    Pues oye, tengo que ser sincero, aunque los recuerdos y las emociones me lleven testarudamente a lo contrario: no cené tan bien como pensaba, no alcanzó las expectativas.

    Así, las navajas, pues hombre, no estaban malas, pero tampoco para tirar cohetes, demasiado marcado ese punto metálico, no sé; las alcachofas fritas y romescu, sí, aquí, sí, lo mejor de la noche; los rebollones, algo sosetes y terrosos; las colmenillas, estando ricas, quedaban pesadotas con el foie y ese fondo intensísimo y empalagoso de trufa; y los huevos azules, que llamaban y de qué manera (no podían llevar más cosas, léase el detalle arriba en la comanda) pues bien sin más, aún no logro comprender cómo esa conjunción de productazos no nos condujo al éxtasis..

    Quizás fue una mala noche, pero antes todo, absolutamente todo lo que aquí pedias, era excelso: La noche de autos… nada fue excelso, aunque insisto, nada estuvo mal. Pero aquí uno no viene a medias tintas, ni paga por medias tintas

    El servicio, perfecta y pulcramente uniformado de negro, pues bien en principio, es más, muy bien en principio, sobre todo un camarero con gafas y bigote, viejo conocido de La Lobera, que nos atendió a las mil maravillas y mostró su oficio con varios detalles, destacando su arte exprimiendo con dos cucharas las cabezas de los carabineros sobre los huevos trufados que previamente había roto y mezclado con el resto de ingredientes. “Bien en principio”, comenzaba este apartado, porque al final se emborronó con una discusión entre alguno de cocina y de sala de la que nunca tuvimos que enterarnos los comensales. Si bien es cierto que no fue un escándalo ni muchísimo menos, no es menos cierto que incomodó.

    Tema vinos, espectacular, gran carta, en cuanto a amplitud y selección, y bien tratados. Tomamos burbujitas… francesas, un día es un día 😉

    Volveré, volveré, claro que sí, pero… a la barra, y como parte de una ruta, no como único destino.

    Valoración 3
    Relación calidad-precio 3

  • el 11 diciembre, 2022 a las 10:05
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    Pues yo le bajaría la nota hasta cero. El otro día estuvimos en la barra unos 5 minutos, con el bar vacío, y a pesar de cruzar la mirada varias veces con el camarero y el metre fuimos invisibles. Nos fuimos sin que nos atendieran 🤷. Todo lo contrario que en el Saputo, amables, eficientes y producto de primera calidad.

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