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El apartamento en el que me alojé en Belgrado, tenía incluido en el precio desayuno y comida en este restaurante, Lagano.
A desayunar sí, pero a comer no pensábamos ir y sin embargo acabamos comiendo ahí dos día.
Se trata de un restaurante & lounge modernote, con gran terraza, ubicado en un retranqueo de una calle del semicentro de Belgrado.
Nos encontramos francamente a gusto allí la verdad, tanto por lo guapo que era el local, como por la comida como por los camareros.
El desayuno era potente, con una enorme tortilla francesa frita en mantequilla que contenía queso fresco, una especie de jamón de york más curado, verduras y orégano. Tremenda.
Y las comidas eran brutales, siempre con el mismo esquema: sopa – primer plato – segundo con guarnición. Cocina cañera, de la serbia continental, fuerte, pesadota y especiada. Riquísima, y mira que estábamos casi a 40 grados…
Uno de los días nos sacaron una especie de gran hamburguesa muy sabrosa, que luego supimos que se llamaba pljeskavica , que era uno de los platos típicos de Serbia y que contenía mezcla de cordero y vacuno. La acompañaban con puré de patata y guisantes salteados.
Tomé siempre una jarra de Jelen pivo y luego una copita de tinto serbio muy resultón.
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