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Segunda visita, y aprovecho para escribir la crónica.
Como dice @jose es un sitio burgués. Las dos veces he ido entre semana, y esto no hace más que constatarlo. No sé si en fin de semana cambia la cosa. Cuando tú, clase obrera, vas a comer a un sitio de estos haciendo un pequeño esfuerzo y a tu lado ves gente que evidentemente viene aquí a comer, como nosotros vamos al menú del día, pues eso, como el disco de Pulp: “different class”
Más allá de estas disquisiciones, que no interesan a nadie, en La Buena Vida, se practica una cocina fina, elegante, con buen producto y a medio camino entre la rica cocina casera y la más academicista francesa.
Buenos guisos, con uso frecuente de la nata, la mantequilla y los fondos muy trabajandos y sustanciosos. Parece una comida ligera y con raciones escasas, pero son más contundentes de lo que parecen y aptas para compartir.
La carta de vinos, bien pensada y con sensibilidad, con precios altos, pero no en exceso. Elegimos un parcelario de Balassa, blanco húngaro de Tokaj, bien rico.
No es barato comer aquí, pero se come bien. Quizás para pagar 80-90 por persona, personalmente prefiero otros sitios. Si pudiera comer todas las semanas sin que se resintiera mi economía, pues adelante.
En mi última visita:
– Espárragos blancos con huevo pochado y lascas de perretxikos.
– Colmenillas a la crema. Deliciosas.
– Patatas a la importancia con congrio.
– Salmonete con bullabesa.
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Estoy leyendo que comisteis tanto tú como @jose “patatas a la importancia con congrio” (cómo llama ese plato), y tengo una duda a la par que gran curiosidad: ¿congrio seco, al uso bilbilitano, o fresco?
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En Madrid no hay más congrio que el fresco, estimadinchi 😉
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Vaya, yo pensaba que era al uso bilbilitano del que alguna vez hemos hablado tú y yo…
Me atrae más, mucho más, el congrio seco
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Fuera de esa zona ni se conoce dear. Y comprarlo… pues ya te comenté. Tras muuuuuchos años buscándolo sólo en ese ultramarinos del mercado de Zaragoza, y que me decían que ya sólo queda un secadero en Galicia. Si ese secadero se va: La Nada.
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El discreto encanto de la burguesía; para una segunda cita.
Aquí no se usa menú degustación, si no prestando atención a la carta, a los fuera de idem (tranquis, que también cuentan a cuánto va el pecunio para los fuera de carta), a la temporada y al producto. Llevo tanto tiempo con el “debe” de probar sus patatas a la importancia con congrio que casi ni me acuerdo; al lío, que no estamos en edad.
Para regar la plaza vamos con unos agradables mejillones de bocado al curry. Hogareño guiso el de las patatas a la importancia, intenso de sabor y algo que puede parecer sorprendente: Punto impecable el de las papas.
Laaaaarga carta de vinos en las que seguro encuentras, estimado gaúdaro, algo que beber. Lástima el asunto del vino por copas. Sí hay algo que escoger entre los generosos, un champagne, un blanco y ningún tinto. Vaya. Fuese la comida con una copa de Manzanilla Deliciosa en rama y una de Inocente (y medio litro de agua mineral).
Me quedé algo frío en general. Bien comido en particular.
El asunto fuese de unos cómodos 55 EUR.
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