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El Colmado es un negocio bien llevado, se ve a la legua, es algo que se percibe nada más entrar. Y hay implicación del personal, algo que también “se siente”, porque el personal troncal no es sino la familia propietaria (matrimonio y dos hijos), una familia bien avenida, con ganas y clase. Fruto de todo ello, se respira una atmósfera cool y de buen rollito.
Se encuentra ubicado en la zaragozana urbanización de Montecanal, a la entrada de la misma, y tiene una sala principal, exterior, muy moderna, despejada y funcional, y otra interior, con similar decoración, que la dedican a BBC y como ampliación de la principal si ésta se llena, algo habitual dada la excelente gestión.
Nos acomodaron en la sala principal, junto a unos grandes ventanales que juegan un papel estelar en la decoración, aislamiento y acústica del local, impecable.
La carta es amplia y muy actual, desenfadada, alternando referencias tradicionales con otras rollo fusión. Íbamos un grupo de amigos y decidimos compartir tanto entradas como principales, todo al centro, quedando así la cosa:
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Salmueras en vinagreta de vodka
Croquetas de jamón
Causa limeña
Corazones de alcachofa con jamón
Risotto de hongos y parmesano
Tataki de atún rojo de Balfegó
Tataki de chuleta premium con salsa macerada
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Pues tan ricamente, oye, cenamos francamente bien y a gustito. Una cocina sencilla que tiene su punch, partiendo de buen producto bien seleccionado y combinado, con una lograda ejecución.
Me gustaron especialmente: las salmueras, parten de la idea originaria de Palomeque, con hielo pilé y tal buscando apresto y tersura, pero además le añaden un toquecito de vodka cautivador; las croquetas (y ya sabemos todos que cuando en un lugar las croquetas son buenas… fíese del resto), crujientitas por fuera, cremosas y sabrosas por dentro; los corazones de alcachofa, tempurizados, qué textura más agradable, qué bien se trabaja en Zaragoza la alcachofa; y la causa limeña, con un puntillo avinagrado (no sé de dónde salió) y ligeramente picantillo (ají amarillo) que le daba mucha vidilla a la papa amarilla. El risotto por contra salió con diferente cocción por zonas, unos granos demasiado duros y otros lo contrario, aunque estaba sabroso con esa fórmula italiana tan manida de hongos y parmesano. Los tatakis, muy ricos ambos, hablábamos antes de la buena materia prima que manejan, aquí resulta muy evidente (que el atún sea de Balfegó ya te lo dice todo), difícil disfrazar este corte y elaboración japonesa.
El tema vinos no puedo valorarlo bien porque los flojones con los que iba cenaron con cerveza, con lo cual yo pedí por copas, tenían varias referencias y lo sacaron en copas correctas y perfecta temperatura, aunque como aspecto a mejorar, no me gustó que me trajeran la copa ya servida en lugar de llenarla en la mesa delante del comensal.
El servicio, fenomenal, gente simpática, con ilusión y con oficio, así da gusto.
Para repetir, si yo viviera por la zona sería asiduo, me gustó la propuesta y el ambiente. Por cierto, que me han hablado muy bien del menú diario de a mediodía y de la carta de bocatas de las noches de entre semana…
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Tengo q ir!
He oído hablar muy bien de este restaurante pero nunca he estado!
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Cuando vayas ya nos cuentas, Juan Luis!
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Bueno, fuiste o no?
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