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Después de la estupenda comida en Fuentelgato, y dado que esa noche dormíamos ahí, en Huerta del Marquesado, en una casa rural que tienen encima mismo del restaurante, queríamos dar un paseíto y cenar en el mismo pueblo. Nos dijeron que no había nada, que había más opciones en Cañete, pero que ahí sólo una “arriba frente a la fábrica”. Para allá que fuimos, pero antes nos sorprendió ver abierto este Bora Bora que no nos habían comentado. Al llegar “arriba”, unos tipos bastante desagradables, tan desagradables como el bar, nos dijeron que lo tenían lleno, que no nos daban nada de picar ni en la barra. Casi que nos alegramos, porque el ruido era insoportable y no nos gustó nada el lugar. Pues para abajo oye, que total, para picar algo, cualquiera vale.
La parte trasera de Bora Bora, que en realidad es la que da al pueblo, pues la entrada está por el lado contrario, tiene un gran cartelón, que no habíamos visto antes pues subimos dejándolo atrás, que ponía “Almuerzos Moteros”… Uy uy iuy… a ver dónde nos vamos a meter. Porque entre eso, el nombrecito (¿Bora Bora?, jamás hubiera entrado yo a cenar en un sitio con ese nombre en un pueblecillo conquense, pero “a la fuerza ahorcan”), y que además estaba muy oscuro, tenebroso y parecía medio cerrado…
Qué va. Al franquear la puerta vimos que, aunque destartalado, estaba muy animado, rollo muy familiar, chiquitín, con una mesa grande celebrando un cumple que casi ocupaba toda la estancia, parroquianos en la barra… Nos hicimos un huequín en la esquina de la misma, que los parroquianos con gran amabilidad nos dejaron más espacioso, y una cervecita, oyes, ni tan mal. Había una mesita chiquita y llena de cosas, preguntamos si nos podíamos sentar, y sin problemas.
La cartita y la pizarra recogen tapas, ensaladas, carnes brasa y bocatas. Amos al lío, que se nos ha abierto el apetito con tanto trajín:
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• Ensalada césar
• Atascaburras
• Bomba de carne
• Morteruelo
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Pues a ver, que todo más que correcto, superó expectativas, pero de largo. Con decirte que el morteruelo casi que me gustó más que el del día siguiente en Tasca Garrido… (aunque todo hay que decirlo, no es muy significativo porque fue el plato que menos me gustó de esa súper recomendable tasca y el que más me gustó de Bora Bora).
Y la amabilidad de los parroquianos de la que hablaba, iba a la par de los regentes, pero qué gentes más majas, oño, qué afabilidad y servicialidad. Una señora de la tierra, la jefa, y dos camareros/cocineros latinoamericanos, a cual de los tres más majos.
Viva Huerta del Marquesado y sus gentes!
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