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.. aquí no se llega por casualidad, hay que hacer la intención. Y merece hacerse.
Esta casa de comidas se encuentra en la zona del Alto Najerilla. Precioso y revirado camino para llegar, siguiendo el saltarín, en esta primavera, río Urbión. El restaurante está reformado y decorado con tino; no es un decorado “chic neorrural” para satisfacer a la intrépida troupe de Coronel Tapioca (creo que este siglo es Quechua la marca en cuestión)
Irene, Ana y Vanesa regentan la casa de comidas todo el año. Supongo que con temperaturas más amables llegan más mujeres de refuerzo, como el día en que fui, que coincidía con un festival de música.
Y aquí se come lo que es juicioso: Lugar y temporada. Con sentido, con elaboración cuidada y presentación impecable. Según entraba estaban cantando el menú a una mesa, y yo pegué la oreja, que así les aliviaba el tránsito posterior en la mía. Según lo escuchaba ya me estaba apeteciendo todo.
… llegan las alubias rojas de Anguiano, en una preciosidad de cacerola, junto a unas ricas piparras de buen tamaño con bien de vinagre y buen picor (abstenerse pisaverdes y miramelindos). Y queda disponible la cacerola para que te sirvas cuanto desees. Y que si después quieres más te ofrecen seguir repitiendo. No repetí… cacerola, plato sí 😇 Y con colmo, que decía mi abuela. ¡ Riquísimas estaban las alubias ! 😋
Después cierva (sic) estofada. Tres notables pedazos del animal muy bien guisados y en una salsa “chocolatosa” sin pasarse en la densidad de la textura. Muy rico también este plato.
Vamos a los postres, caseros, claro. Yo escuché flan, y ale, a ello. Llega un pedazo de flan, porque así es, un pedazo. Cortado de un flan mayor, como en las casas grandes. Y llega tibio 😍 Una ricura de flan hogareño. 😍
Por último un café de pota; y una infusión bien rica, con yerbitas propias, que quisieron que probase.
Esta felicidad de comida, en esta casa de idem, con el agua, una cerve-sin por 26,8 EUR que repetiría ahora mismito sin dudarlo ni media.
Nota: Además, a cada comensal le obsequian con un jaboncito hecho por ellas. La cuestión es que el aceite usado lo van almacenando, hasta que llegue el camión para recogerlo, y este parece que pasa tarde, mal o nunca, de modo que decidieron darle una salida al asunto, porque no se puede tirar por contaminante, y han comenzado a hacer pequeños jaboncitos que regalan a los comensales.
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Oiga, que a algunos que reunimos las condiciones de pisaverdes y miramelindos, nos encanta el picante.
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Es condición del pisaverde y miralindismo el decir “Síii,claaaaaaro que me gusta el picaaaaaaante”. Y luego ni unas patatinas a la riojana me aguantan. “Es que me he comido la cayena”, argumentan entre toses y lacrimeos. ¡ Pues claro oño ! ¿ La querías para peinarte, pardal ? 😇 #basadoenunhechoreal 😇
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😂🤣😂
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